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Conmemorado el arquitecto, escultor y muralista mexicano, O`Gorman
julio 7, 2009, 2:03 pm
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erá recordado este lunes en el 104 aniversario de su natalicio

Reconocido por haber introducido el funcionalismo en la arquitectura mexicana

CIUDAD DE MÉXICO.- El arquitecto, escultor y muralista mexicano Juan O’Gorman será recordado este lunes en el 104 aniversario de su natalicio, entre otras cosas, por haber introducido el funcionalismo en la arquitectura mexicana.

También, por su proyecto más ambicioso, que abarca cerca de cuatro mil metros cuadrados de representaciones históricas de las culturas mexicanas: prehispánica, colonial, Revolución de 1910 y cultura moderna, hechas con diferentes piedras del país, y que quedó plasmado en la decoración de la Biblioteca Central, de esta ciudad.

Juan O’Gorman nació en la Ciudad de México, el 6 de julio de 1905; fue hijo del ingeniero y pintor irlandés radicado en México Cecil Crawford O’Gorman, de quien aprendió dibujo y pintura.

Llevó a cabo sus estudios de arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México de 1922 a 1926, época en la que hizo sus primeros murales en cantinas y pulquerías y a partir de los años 30 los efectuó en inmuebles públicos y particulares.

Influido por las teorías funcionalistas del franco-suizo Le Corbusier (1887-1965) proyectó y construyó unas 30 escuelas para la Secretaría de Educación Pública, dependencia en la que estuvo cargo del Departamento de Construcción de Edificios de 1932 a 1934.

Asimismo, de decenas de casas-habitación, entre las que destacan las de Diego Rivera y Frida Kahlo, de quienes fue amigo muy cercano.

Tiempo después retomó los planteamientos del estadunidense Frank Lloyd Wright y del catalán Antoni Gaudí, sobre la arquitectura orgánica y los aplicó en su propia residencia de San Jerónimo, en el sur de la Ciudad de México.

En la Terminal aérea de esta capital efectuó el tríptico »La conquista del aire por el hombre» (1939-1938), »Historia de la aviación» y los frescos »Los mitos paganos» y »Los mitos religiosos», que fueron destruidos por razones de censura.

Entre 1941 y 1942 pintó otro fresco, »Historia de Michoacán», en la Biblioteca Gertrudis Bocanegra, de Pátzcuaro, y con la misma técnica llevó a cabo, en los años 60, dos pinturas notables en el Castillo de Chapultepec: »Retablo de la Independencia» y »Retablo de la Revolución Mexicana» (1910-1914).

De su labor como muralista, destacan obras con mosaicos de piedras de colores naturales, como »Representación histórica de la cultura», en Ciudad Universitaria, y »Alegoría de México», en la entonces Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, entre otras.

De acuerdo con los especialistas, en su vasta producción de caballete, sobre todo dibujos y temples, pueden distinguirse tres modalidades principales: las alegorías, el retrato y el paisaje, en las cuales se aprecia una ejecución cuidadosa y detallada.

Entre ellas destacan »Consumatum» (1945), »Ruinas de la Torre de Babel» (1981), »Autorretrato múltiple» (1959) y la »Ciudad de México» (1947), entre otras.

O’Gorman fue profesor fundador de la escuela de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional; dictó conferencias en diversas instituciones e ingresó a la Academia de Artes en 1971.

Si bien en sus inicios promulgó el funcionalismo arquitectónico, a partir de los años 50 introdujo la concepción de esta disciplina como arte, en una síntesis en la que la imaginación permita »encontrar cosas extrañas, raras, joyas (…) que pueden dejarle al hombre obras que son flores de la cultura humana».

Aún dentro de sus amplias composiciones murales, su pintura tiene cualidades de miniatura, por su perfecto acabado, tanto en los paisajes con arquitectura, como en sus retratos y alegorías.

La realidad mexicana, así como la influencia de la pintura popular, fueron características constantes que se combinaron con lo insólito, maravilloso o fantástico en su arte.

Juan O’Gorman murió en la Ciudad de México el 18 de enero de 1982.

Como parte de los festejos por el centenario de su natalicio en el 2005 se inauguró una magna exposición retrospectiva, »Juan O’Gorman. Arquitecto», en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

También en ese mismo año, se publicó un libro ilustrado de su curso «El arte artístico y el arte útil», y fueron organizadas una serie de actividades para esta conmemoración, incluyendo la cancelación de un timbre postal.



Torre BBVA Bancomer y Centro Operativo BBVA Bancomer en Ciudad de México
julio 7, 2009, 1:45 pm
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BBVA Bancomer presentó ayer dia 6 de Julio los proyectos arquitectónicos ganadores para sus dos nuevos inmuebles en la Ciudad de México: la Torre BBVA Bancomer y el Centro Operativo BBVA Bancomer. Los despachos “Rogers Stirk Harbour + Partners” y “Legorreta + Legorreta” crearán en conjunto la Torre BBVA Bancomer, mientras que “Skidmore, Owings and Merrill” (SOM) proyectará el Centro Operativo BBVA Bancomer.

El acto de presentación, celebrado en el Club de Banqueros de la Ciudad de México, contó con la presencia del presidente de BBVA, Francisco González; del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubon; y del presidente y director general de BBVA Bancomer, Ignacio Deschamps.

La Torre BBVA Bancomer se ubicará en un área de 6.600 m2 en la esquina que forman Paseo de la Reforma y la calle de Lieja, en la Colonia Juárez de la Ciudad de México. Tendrá una altura de 225 metros y 50 pisos. Al terminar su construcción, en el año 2012, la Torre alojará a 4.500 empleados, aproximadamente.

legorreta y rogers stick hrbour para bbva mexico

El Centro Operativo BBVA Bancomer estará ubicado en el complejo denominado Parques Polanco, en la Avenida Mariano Escobedo y Laguna de Mayrán, en un área de 13.400 m2. Tendrá 137 metros de altura y 32 pisos. Se estima finalizar su edificación en el año de 2012. Albergará a alrededor de 4.500 personas.

som para bbva bancomer mexico

El desarrollo de las dos nuevas sedes de BBVA Bancomer en la Ciudad de México forma parte de un proyecto de racionalización de inmuebles que inició el año pasado con la venta de 108.000 m2 de terreno repartidos en cuatro inmuebles: Centro Bancomer y su estacionamiento (Av. Universidad No. 1200), Torre Platino (Insurgentes Sur No. 1811) y Liverpool No. 88.

Para la construcción de estos dos nuevos edificios se hará una inversión de 900 millones de dólares y se generarán 14.000 empleos directos e indirectos durante su edificación.

Francisco González, presidente de BBVA, subrayó que la construcción de los nuevos inmuebles de BBVA Bancomer es una muestra del compromiso del Grupo Financiero con México. “Estos proyectos arquitectónicos que hoy presentamos son totalmente coherentes con nuestra estrategia, basada en principios, personas e innovación, y reflejan los valores distintivos del Grupo. Estamos convencidos de que ambos se convertirán en edificios emblemáticos para la Ciudad de México”. Añadió que la inversión prevista en ambos inmuebles se sumará a los más de 8.300 millones de dólares que el grupo español ha invertido en México desde el año 1995.

En su intervención, Ignacio Deschamps, presidente y director general de BBVA Bancomer, aseguró que “en el diseño arquitectónico de nuestros nuevos edificios confluirá el talento nacional e internacional, buscando por encima de todo la armonía con el entorno y la mayor calidad de vida para todos los que trabajan en el Grupo. Asimismo, estos inmuebles nos permitirán ofrecer una mejor atención y servicio a nuestros clientes”.

Deschamps definió la Torre BBVA Bancomer como “un edificio mexicano y universal” y al Centro Operativo BBVA Bancomer como “un bello edificio con el máximo rigor en la eficiencia”. Agregó que esta inversión de BBVA Bancomer, en medio de una crisis económica es, sin duda, una gran noticia para la Ciudad de México, así como para el país.

Las nuevas sedes corporativas de BBVA Bancomer se edificarán con las más avanzadas técnicas de construcción. La utilización de modernas tecnologías y diseño de interiores permitirán que sus puestos de trabajo tengan una gran flexibilidad de espacios y, por otra parte, que su operación implique menores costes de mantenimiento.

El año pasado, BBVA Bancomer lanzó un Concurso Internacional de Ideas de Arquitectura en el que, además de las firmas ganadoras, participaron otras de gran prestigio nacional e internacional, todas con experiencia en el diseño de proyectos inmobiliarios para grandes corporaciones y comprometidas con la eficiencia económica, energética y medioambiental.

Un equipo interdisciplinario de Grupo BBVA, junto con especialistas externos de amplio reconocimiento internacional, realizaron, durante ocho meses, una evaluación de 77 factores, tanto aspectos técnicos, como de diseño arquitectónico y de plazos y costes. Las firmas elegidas son las que, de acuerdo con el equipo y los especialistas, pueden desarrollar los mejores elementos arquitectónicos para plasmar en ambos edificios los valores de la cultura corporativa que BBVA quiere mantener en sus nuevas sedes:

* Eficiencia inmobiliaria
* Desarrollo sostenible
* Aplicación de las últimas tendencias en tecnología
* Construcción con bajos costes de mantenimiento
* Desarrollo de la ciudad
* Y, sobre todo, un firme compromiso con la calidad de vida en el trabajo de sus colaboradores

Beneficios para los empleados

Para determinar la ubicación de ambos inmuebles se tuvo en consideración su fácil acceso, gracias a los servicios de transporte público. La gran mayoría de los empleados se verá beneficiada en sus tiempos de traslado a su centro de trabajo, al acudir a zonas más céntricas de la capital. Además, ambos inmuebles están a muy poca distancia uno del otro (1.8 kilómetros), lo que redundará en mayores sinergias y, por consiguiente, en un mayor aprovechamiento del tiempo.

Las nuevas sedes de BBVA Bancomer serán un importante elemento para fomentar la cultura de empresa e impulsar innovadoras formas de trabajo con más espacios de interacción social, que favorezcan la comunicación y faciliten el trabajo en equipo.

Eficiencia operativa y compromiso con el Medio Ambiente

Uno de los objetivos buscados por BBVA Bancomer es fomentar la eficiencia energética de los edificios, mediante construcciones sostenibles. Para ello, la meta es conseguir que ambos proyectos reúnan todos los elementos necesarios para obtener la certificación LEED (Líder en Energía y Diseño Ecológico), estándar americano que reconoce las construcciones comprometidas con el cuidado del medio ambiente.

La institución financiera estima que sus nuevos edificios permitirán importantes ahorros, como:

* 25% en energía,
* 30 a 50% en agua

Los diseñadores de la Torre BBVA Bancomer

El arquitecto mexicano Ricardo Legorreta es el autor del Hotel Camino Real (en colaboración con Luis Barragán); del Hotel Westin Brisas en Ixtapa; del Museo de Arte Contemporáneo Marco, en Monterrey; del Centro Nacional de las Artes, en la Ciudad de México; y del Corporativo Televisa en Santa Fe, en la Ciudad de México, entre otros inmuebles en México y el extranjero. Desde principios de los años 90 se incorporó a su estudio su hijo Víctor, dando lugar, en el año 2000, a “Legorreta + Legorreta”.

“Rogers Stirk Harbour + Partners” (antes llamada Richard Rogers Partnership) es una firma fundada y encabezada por el reconocido arquitecto británico Richard Rogers, quien ha diseñado el Centro Georges Pompidou (en colaboración con Renzo Piano); los edificios Lloyd’s y Leaddenhall, en Londres; el Millennium Dome, también en la capital de Inglaterra; la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, en Madrid; y la Terminal 5 del Aeropuerto de Heathrow, en Londres, entre muchas otras obras a lo largo de más de tres décadas de práctica arquitectónica.

En su intervención durante el acto, Lennard Grutt, socio del despacho “Rogers Stirk Harbour + Partners”, transmitió un mensaje del actual presidente de la firma, Richard Rogers, quien no pudo asistir por motivos de salud. “Estamos encantados con la oportunidad de trabajar para BBVA Bancomer en este proyecto tan importante para la Ciudad de México y poder colaborar con “Legorreta + Legorreta”, una de las firmas de arquitectura líder a nivel mundial”, afirmó Grutt.

Explicó que por su magnífica ubicación, la torre servirá como punto de referencia marcando el vínculo entre el Bosque de Chapultepec y Paseo de la Reforma. El diseño altamente sustentable incorpora una fachada que se inspira en el patrimonio arquitectónico mexicano reinterpretando la particular textura de la celosía tradicional.”

Los diseñadores del Centro Operativo BBVA Bancomer

La explicación del diseño del Centro Operativo Bancomer estuvo a cargo de Gary Haney, socio del despacho estadounidense “Skidmore, Owings and Merrill” (SOM), firma fundada por Louis Skidmore, Nathaniel Owings y John Merrill en los años 30 del Siglo XX.

SOM diseñó la Torre Sears de Chicago, la más alta en su momento, así como el rascacielos Burj Dubai, que será el edificio más alto en todo el mundo. Reconocida por sus rascacielos en forma de caja de cristal, estilo en el que fue pionera, SOM ha desarrollado múltiples proyectos en diversas latitudes del orbe y recibido más de 800 premios internacionales de arquitectura y diseño.



¿Hay “mano negra” en los concursos de arquitectura?
May 14, 2009, 3:19 am
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El arquitecto Muniain indica que perder certámenes de diseño no depende del proyecto, sino de los “contactos” y de la suerte

Yanet Aguilar Sosa
El Universal
Martes 12 de mayo de 2009
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Ganar un concurso de arquitectura es más producto de la suerte, las relaciones personales y el estado de ánimo de los jueces, que de la experiencia y el currículum del arquitecto. Aunque en los certámenes arquitectónicos no hay nada dicho, representan la pared con la que practica el tenista o el sparring con el que prueba sus golpes el boxeador.

Hay arquitectos que se llevan todo, y otros que ganan uno de cada 15 o cada 20 concursos, su premio es la experiencia. Obtienen algún reconocimiento pero nunca respuestas de por qué su proyecto no ganó, eso nadie lo sabe y sin embargo, el arquitecto mexicano Lucio Muniain ha tratado de entenderlo en su libro 10 concursos perdidos 1 ganado, que es un acercamiento lúdico y crítico al interior de los concursos de arquitectura y al quehacer de la profesión.

Su propuesta en el libro publicado por Arquine, la editora y revista que organiza el Congreso Internacional de Arquitectura y Diseño Arquine, es hablar del monstruo desde adentro. “A los arquitectos no les gusta hablar de fracasos, a mi sí, porque los fracasos son una oportunidad; lo que quería era decir que un segundo lugar, un tercero o un cuarto lugar no para todo mundo lo ocupan los perdedores, para mi representan otras posturas distintas que no lograron su objetivo para ese jurado en particular”.

Muniain indaga en su propia experiencia; de 1997 a la fecha su despacho ha perdido cerca de 40 concursos, a partir de ahí surgieron varias preguntas, una de ellas generó el libro: ¿De qué depende ganar un concurso para un nuevo proyecto arquitectónico, sea éste para una biblioteca, un acuario o una galería? De acuerdo con el arquitecto no depende del currículum vitae, ni del reconocimiento o el proyecto en sí mismo.

“El concurso no es una postura que defina al mejor o al peor, es como si hubiera un Miss Universo donde cada año con un jurado distinto; un año ganan las que mejor responden, al otro las de mejor cuerpo, al siguiente las más altas y luego las más güeras; pasa un poco lo mismo cuando entras a un concurso, es una cosa tan distinta una de otra y resuelve una necesidad y un problema tan distintamente, no es que haya uno bueno y uno malo, es que hay uno aburrido y uno interesante”, señala Muniain.

El autor del Corporativo Autofin (Edificio de Oficinas de 40 mil metros cuadrados) y Proyecto Bahía Balandra en La Paz Baja California Sur (Plan maestro de ciudad para 20 mil habitantes, en su primera etapa), asegura que todo depende del jurado, ellos deciden a qué arquitectos invitan, si se hace el concurso o no, si quieren un edificio que cambie la ciudad, un inmueble que pase desapercibido o tal vez un edificio que grite y sea un ícono del turismo.

Para los arquitectos concursar es fundamental. Hay metáforas, es como un tenista que juega un tiempo con la pared, esa práctica le da habilidad; lo mismo les ocurre a los arquitectos con los concursos, los ha hecho más hábiles en la comunicación básica, en cómo vender mejor sus proyectos, es casi como mandar su foto en bikini, si gustan pasan a la final y ya entonces les tocará echar su discurso. Los despachos cuidan al máximo la lámina que mandan a concurso, es el rostro bonito de todo el cuerpo.

Los arquitectos no entienden los razonamientos de los concursos pero toman la experiencia. Su proyecto nada tiene que ver con el primero que presentaron. “Te van curtiendo un poco” porque sabes que ahí vas a concursar contra otras 100 propuestas.

Nada garantiza ganar. Hay muchas cosas en juego: las relaciones, el poder, el dinero, el azar, el nombre; pero los arquitectos concursan con el sueño de que su proyecto se realice, que no se quede guardado. Muniain asegura que hay mil propuestas que se quedan en el tintero y por lo general son las más interesantes.

En el mundo hay concursos de todo tipo. Hay certámenes muy serios y otros muy puercos en los que hay ganador desde el primer día y lo demás es una cortina de humo. “He ganado concursos internacionales de invitación entre 50 convocados y he perdido concursos donde estoy yo y otro cuate; donde dices ya gané y acabas como segundo lugar, es decir último. Hay de todo, quien escoge es quien paga, quien paga es el juez”.

Quiso hablar de los fracasos porque ellos dan luz sobre los concursos. De los 40 proyectos que ha metido a concursado y han perdido, el arquitecto egresado de la Universidad Iberoamericana eligió 10 muy diversos: un museo, un teatro, una casa, la remodelación de un restaurante, un aeropuerto; la pregunta es de qué carecen éstos que sí tiene el proyecto ganador del diseño de la Corporación Andina de Fomento en Caracas, Venezuela que obtuvo hace unos meses.

Su libro es una reflexión crítica, analiza su carrera de arquitecto, pero sobre todo qué pasa con los concursos. “Ahora con el del Arco del Bicentenario, el jurado que es Felipe Calderón entre otros, decidió hacer un concurso con 37 invitados, yo no fui invitado. El ganador podrá gustar a no, pero a él le gusta y él es el jurado. Así, marcará esta etapa de la vida de México, para bien o para mal”.

“Los fracasos en los concursos de arquitectura enseñan mucho, imagínense ver un libro de Roger Federer donde explica por qué no ganó tal o cual partido, eso sería mucho más útil para otro futuro tenista”, dice aludiendo al tenis, otra de sus pasiones.

Muniain dice que la arquitectura es una profesión ingrata, por lo que recomienda pararse luego de cada caída.



El Arco que no fue
May 7, 2009, 3:26 pm
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Antonio Toca Fernández

18 CULTURA R E F OR M A – Miércoles 6 de Mayo del 2009

Eero Saarinen, el famoso arquitecto norteamericano autor del Arco de San Luis Missouri –de 200 metros de altura, fue miembro del jurado internacional del concurso para la Opera de Sidney. Saarinen llegó tarde a la reunión para decidir cuál proyecto sería el ganador. Los jurados ya habían escogido algunos proyectos; pero Saarinen, sin dudar, tomó las láminas del proyecto que más le impresionó y les dijo: Si quieren un edificio, escojan cualquiera de esos; pero si quieren además un símbolo para la ciudad, éste es el mejor. El proyecto que seleccionaron fue el de Jorn Utzon, que es ahora símbolo de la ciudad de Sidney. Esa historia puede ser parte de la mitología que siempre se construye alrededor de esos edificios; sin embargo, revela la diferencia fundamental que hay entre un edificio y un símbolo.

Desgraciadamente Saarinen no fue parte del jurado del reciente Concurso para diseñar el Monumento conmemorativo (Arco) para celebrar el Bicentenario de la Independencia. Murió en 1961 y no pudo ver construido su Arco, que es ahora también el símbolo de la ciudad de San Luis. El jurado, en su apresuramiento por tener un proyecto ganador, no se dio tiempo para saber distinguir entre un símbolo y una obra. No pudo ver que se requería un símbolo del siglo 21 para la Ciudad de México; como lo es del siglo 20, la Columna de la Independencia, con el ángel que la remata. Sólo con la excusa de que se actuó con mucha prisa –dos días para juzgar treinta y cinco proyectos– se entiende que se confundieran de tal manera. Su rigidez al rechazar cualquier Arco, porque determinaron que era anacrónico, les llevó a rechazar un símbolo de extraordinaria elegancia –otorgándole un modesto tercer lugar. El Anillo, propuesto por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Fernando Romero, con la extraordinaria solución estructural del ingeniero Oscar de Buen, es uno de los símbolos más poderosos que se presentaron en el concurso; pero no fue el único; hay también otros Arcos, o Marcos, con la posibilidad de convertirse en símbolos. Sin embargo, la fuerza de ese Anillo, como remate del eje histórico del Paseo de la Reforma es única; como lo es su forma: un círculo perfecto, contundente.

Es una pena que los proyectos se presenten –en el domo instalado temporalmente frente a la Puerta de los Leones– con videos que poca justicia hacen al esfuerzo de los participantes; pero aun así, el Anillo sobresale. Es una solución simple y creativa, que integra un Aro en forma de cinta de Moebius y un diseño estructural audaz. Cien metros de diámetro, un impresionante remate visual entre dos torres verticales de 200 metros de altura –la Torre Mayor y la que construirá Bancomer– y una plaza subterránea que además de integrar esa zona, ahora anodina y fragmentada, es un espacio público muy atractivo.

¿Exagero? Lo notable es que si se visita la exposición de videos, no de maquetas –porque con ellas sería más evidente el grave error que se cometió– se puede comprobar que el público sabe apreciar lo que ve. Por mucho, el favorito de la mayoría es el Aro. ¿Hay otros que la gente prefiere? Claro, algunos Arcos, Marcos, Columnas, o el conjunto de la Guerra de las Galaxias.

Es una lástima que Saarinen muriera; se necesitaba su certero criterio para que el jurado distinguiera, en este concurso, la enorme diferencia entre una obra, y un símbolo. Una obra se construye, un símbolo se fortalece por y con la gente. Lástima, porque el Arco que no fue, es el símbolo que la Ciudad de México necesita y que tampoco vieron las autoridades del Gobierno Federal y del Distrito Federal. Un círculo de esperanza, identidad y unidad: una verdadera utopía que ahora necesitamos desesperada mente. El Anillo es un símbolo moderno, poderoso y contundente.

Basta ver algunas imágenes para comprender que el Anillo es el símbolo que ese lugar debería tener. Sería inconfundible en México y en el mundo; no hay otro igual en ninguna ciudad. Otra oportunidad perdida. ¡Lástima que Saarinen no fue parte del jurado!

Para evitar suspicacias aclaro que trabajé para el arquitecto Ramírez Vázquez en la década de los años sesenta. No he tenido, ni tengo, alguna asociación con él desde entonces y mi opinión es a título personal. Sin embargo, al visitar la exposición de los proyectos para el Arco, quedé impresionado por el Anillo que es –como la mayoría de los grandes proyectos– fruto de la integración del talento de varios jóvenes, uno de noventa años, el ingeniero Oscar de Buen, igualmente joven, y otro de menos de cuarenta. Un ejemplo de colaboración para todos.nueva-imagen



Del arco y del cerco
May 5, 2009, 5:16 pm
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Arquitextos / Alejandro Hernández Gálvez ahgalvez@gmail.com

Aunque evidentemente opacado por la alerta sanitaria, el concurso para el Arco del Bicentenario sigue dando de qué hablar. El recuento puntual de Miquel Adriá que apareció en estas páginas
un día después del fallo del jurado dejó bastante claro el asunto. Agrego unos cuantos comentarios al tema, empezando por la pertinencia del famoso arco.

El argumento de José Manuel Villalpando, coordinador nacional de los Festejos del Bicentenario, resulta tan ridículo que cae por su propio peso. “Creemos que es fundamental –dijo. La ciudad de México carecía de un arco, no hay un arco triunfal, un arco que represente quizás la unidad, quizás los valores más altos de la humanidad y que en las grandes capitales del mundo existen”. Tampoco tenemos, por ejemplo, río, lago o frente de mar, como muchas grandes capitales. Pero retomar el proyecto de la ciudad lacustre suena complicado, exige habilidad política y, seguramente, no estará listo para inaugurarse en el 2010.

Por las propuestas entregadas, parece que buena parte de los 37 arquitectos democráticamente invitados al concurso, incluyendo al ganador, pensaron que tal cómo estaba planteado el concurso –sea en cuanto al sitio, sobre el eje de Paseo de la Reforma, o a la tipología, un arco– era una mezcla de necedad y torpeza. Prácticamente ninguno lo dijo. Jugaron –como ya dijo Miquel Adriá– a hacer lo que pensaron estaba bien sin decir lo que pensaban estaba mal. A los arquitectos no nos gusta ser críticos del poder.

La abrumadora mayoría de los 37 sigue pensando lo monumental como sinónimo de vertical y grande, como si, en asuntos de arte, arquitectura y urbanismo los últimos 40 años del siglo 20 no hubieran existido. Sólo tres propusieron otras formas de monumentalidad, horizontales, no representativas ni simbólicas. En algunos años, una historia crítica y objetiva del arte mexicano de la última mitad del siglo pasado nos dirá, quizás, que la escultura monumental no era lo nuestro. Piénsese en la Cabeza de Juárez, en el Coyote de ciudad Neza o en las viboritas de Mixcoac. También dirá, probablemente, que tratándose de monumentos los arquitectos eran peores escultores.

Con todo, pese a las maniobras de una anónima comunidad de arquitectos abajo firmante, el jurado escogió a uno de los mejores proyectos en la línea “alto, grande, con su dosis de simbolismo pero abstracto”, que probablemente dejaría medianamente satisfechos a quienes hicieron el encargo, a la otra comunidad de arquitectos –la que da nombres– y al público en general. Pero no fue así.

El público parece estar entre confundido y enojado con la elección. No es un arco y el concurso pedía uno. La defensa no ha sido del todo clara. Villalpando calla. Ernesto Alva dijo que “hay otras maneras de pensar un arco” y el único que lo ha dicho con claridad ha sido Felipe Leal: “no es un arco… la forma no importa.” Jorge Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez –quien, con Fernando Romero, quedó en tercer lugar–, piensa que el ganador, que no es un arco, debiera ser descalificado. Seguramente piensa también que se debe descalificar al segundo lugar, pues no es un arco. Como en concurso de Miss Universo o en Olimpiada, así el tercero ocuparía el primero –aunque siendo estrictos tampoco se trate de un arco, esto es, un segmento de curva, sino de un anillo, la curva completa, cerrada. Digamos que, entre arquitectos, hay algunos que cuando no reciben una asignación directa arrebatan.

En pleno cerco sanitario, algunas semanas después de que un corte en el sistema de suministro de agua de la ciudad nos reveló, por si hacía falta, la inminente crisis que se acerca debido a la perniciosa falta de planeación y mantenimiento oportunos, y sin tomar en cuenta la insuficiencia de transporte público eficiente, de espacios públicos adecuados, de políticas urbanas claras y coordinadas, no se puede dejar de pensar si es tiempo para monumentos. Entre líneas –es decir, bajo formas escultóricas de variable calidad, en plazas subterráneas y explanadas, en jardines y pasos a desnivel–algunos arquitectos murmuraron no.



El no-arco
abril 21, 2009, 12:25 am
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Opinión
Miquel Adrià

El Gobierno Federal y el local
se pusieron de acuerdo. Convocaron
el concurso de un anteproyecto
para la construcción de
un Arco conmemorativo de la celebración
del Bicentenario de la Independencia
de México. La ubicación
propuesta para este proyecto es el
Paseo de la Reforma de la ciudad de
México, en la plaza delimitada por
la Secretaría de Salud, la Puerta de
los Leones del Bosque de Chapultepec
y Parque del Ariel a un costado
de donde hoy se levanta la Torre
Mayor. Este Arco debiera ser –para
los convocantes, según rezan las
bases del concurso– un “hito urbano-
arquitectónico, emblemático del
México Moderno y un espacio de
conmemoración en el Paseo de la
Reforma como remate del trazo original
de la avenida”.
El presidente quería un arco y
nadie le dijo que lo que se necesitaba
eran otras cosas, más sociales,
más democráticas. Que lo que para
los romanos o para Napoleón tenía
sentido, en el siglo 21 existen otros
instrumentos para comunicar y para
servir a la sociedad, que de eso
se trata. Nadie le dijo al emperador
que no tenía traje.
Treinta y siete arquitectos fueron
invitados a proponer un arco (o
un no-arco).
De los treinta y siete arquitectos
invitados sólo Alberto Kalach declinó
la invitación y otro renunció
por conflicto de intereses. Los demás
se pusieron de acuerdo para
participar en el concurso de un arco
con la condición de que pudiera ser
un no-arco, en el paseo de la Reforma
pero que pudiera ser en otro lugar.
Que los dejaran jugar sin arriesgar
sus atractivos honorarios, que si
bien a algunos quizá no les alcanzó,
a otros los habrá librado de más de
un mal mes.
La amnesia colectiva hizo olvidar
antecedentes tan frustrantes
como los concursos del Zócalo, la
casa de las Ajaracas o la plaza del
Bicentenario, donde convocatorias
similares aunaron las voces de la arquitectura
en eventos mediáticos
que sólo sirvieron al corto plazo de
la rentabilidad política de sus convocantes.
Hipnotizados por el frenesí de
los quince minutos de gloria warholiana,
los arquitectos acordaron
cambiar el hilo y los pespuntes
parar presentar sus mejores tejidos,
sus encajes más sofisticados.
En eso se ha convertido buena parte
de la arquitectura actual. Ensayaron
las mejores piruetas para dar sentido
a la futilidad de las propuestas,
eludiendo el Arco solicitado. Unos
aprovecharon la oportunidad para
cubrir parcialmente el circuito inte-
El no-arco
rior uniendo así colonias tan cercanas
y tan mal comunicadas como
la Condesa y Polanco. Otros crearon
un gran cráter que diera continuidad
al parque de Chapultepec peatonalizando
las conexiones en todos
los sentidos y liberando en el
aire el paseo de la Reforma. Hubo
los que aprovecharon la intervención
bidimensional de diseño urbano
para proponer unas torres que
dieran plusvalías al proyecto. Algunos
propusieron la construcción
de un sapo posnusclear y grafiteado
como sustituto irónico del arco imperial,
y los demiurgos del pasado
y el futuro unidos, quisieron levantar
un anillo de acero inoxidable
digno de un circuito de Fórmula 1.
Finalmente ganó el proyecto de
César Pérez Becerril con una esbelta
torre de corte barraganiano
que emerge del plano inferior de las
nuevas capas peatonalizadas que
unirán las discontinuidades de la
ciudad.
Los pasteles de los arquitectos
están servidos. Y quedan dudas en
el aire: si no estaban de acuerdo en
hacer un Arco ¿no deberían haber
cuestionado la pregunta?, ¿no habría
sido más honesto –y más eficaz–
decir no?, ¿no habría sido más
útil ponerse de acuerdo en no participar
en el concurso del arco que en
participar en el concurso del no-arco?,
¿se habrían prestado los artistas,
los teatreros o los empresarios
a participar en un baile como éste?,
¿habrían sido tan dóciles otros colectivos?
En ocasiones como ésta un colectivo
como el de los arquitectos
–cada vez más ornamental– debería
ser capaz de manifestarse como
el Bartleby de Melville, con un contundente
“preferiría no hacerlo”.



Revelan ganadores para construir el Arco Bicentenario
abril 19, 2009, 5:36 am
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Notimex | Ciudad
Jueves 16 de Abril, 2009 | Hora de creación: 11:04| Ultima modificación: 12:42

La Maqueta 18 presentada por 24 jóvenes arquitectos mexicanos, encabezada por César Pérez Becerril, ganó el Concurso Nacional para la construcción del Arco Bicentenario, monumento que se erigirá sobre Paseo de la Reforma, a la altura de las rejas de Los Leones, del Bosque de Chapultepec.

La Comisión Federal que se encarga de los festejos del 2010 dio a conocer el fallo del jurado, que estuvo conformado por José Luis Cortés Delgado, Paulo Bruna, Alfonso de Maria y Campos, Antonio Dovalí Ramos, Felipe Leal Fernández, Alejandra Moreno Toscano, Jaime Humberto Nenclades García y Sara Topelson de Grinberg.

Durante una ceremonia celebrada en el Museo Rufino Tamayo, Cortés Delgado, presidente del jurado, nombró a los 24 creadores participantes. Ellos son Martín Gutiérrez Martínez, Raúl Peña, Jorge Yazpic, Arturo Jiménez Maldonado, Ana Lilia Cortés Pérez y Luis Méndez Jiménez.

También a Viviana Monsiváis, Claudia González Aguirre, Enrique Flores Acevedo, Miguel Angel Gómez Saldaña, Joaquín Aguirre Vallarta, Fernando Becerril Serrano, Jonas Smith Alonso, Enrique Rendón Sánchez, César Flores Cuéllar, Ricardo Ponce Martínez de Alba, Edgar Arturo González, Esteban Pedroza Robles, Jorge Bolaños López, Raúl Palacio Rodríguez, Israel Ambriz Valdés y Martha Zarco.

Dijo que de los 35 proyectos participantes se eligieron los mejores cinco y que adicional a ello, se otorgó un reconocimiento especial a aquél que presentó a la mejor representación gráfica. Este fue para el despacho Sordo Madaleno y Asociados, con la maqueta número 16 y el folio 165016.

De igual manera se otorgaron tres menciones a proyectos que por su calidad arquitectónica significaron un gran aporte a la arquitectura.

Ellos son despacho Augusto Quijano, Javier Muñoz, Jorge Carlos Novelo y Alejandro Peniche, con la maqueta número 5 y folio 444224.

La segunda mención fue para la maqueta número 8 y la clave de registro «México», de los arquitectos Juan Pablo Maza, Rodrigo Manuel, Javier Valladares, Gustavo Bilez y Francisco Lares.

En tanto que la última fue para la maqueta número 14, con la clave de registro 14 LUV76EA, del arquitecto Ernesto Betancourt.

Ante el notario Pedro Barrera Cristian, Cortés Delgado dijo que el concurso tuvo como objetivo convocar a un grupo de arquitectos a presentar un anteproyecto para la construcción de un monumento conmemorativo a la celebración del Bicentenario de la Independencia de México.

Afirmó que el monumento simbolizará la unidad nacional, representada por la continuidad del proceso histórico también.

«Será también, la manifestación tangible de la necesidad histórica de conservar y acrecentar la unidad como única vía para garantizar el proceso armónico de la sociedad mexicana», agregó.

Al respecto, César Pérez Becerril, uno de los ganadores, comentó que se trata de un monumento que tendrá una altura de 104 metros, con placas de cristal de cuarzo natural, que representan dos veces el número 52, que a su vez simboliza «el ciclo de la época mesoamericana».

«El proyecto está basado en nuestras raíces prehispánicas. No sólo se basó en una parte simbólica de 104 metros, sino que nos extendimos hasta la parte poniente cubriendo lo que es Circuito Exterior.

«Ahí hicimos una plaza para la gente, pues nuestra preocupación es esa, y si vamos a celebrar ese momento, es precisamente con ellos», señaló.

Por su parte, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, felicitó a los ganadores y expresó que lo que se busca es la construcción de un monumento nacional mexicano, «en el que todos y cada uno de los mexicanos se sientan representados: una manifestación física y material de la unidad nacional».

Afirmó que dicho monumento representa un recordatorio de los grandes pendientes que «hoy tenemos como nación». El arco «representa un compromiso con el arte y los artistas del país y de nuestro tiempo», sentenció.

«Es una especie de la fotografía del momento en el que vivimos, de la historia que nos construye y del futuro que hoy soñamos, de los ideales que nos heredaron y de la inminente realidad de un país que se construye a través de su propio reconocimiento», expresó.

José Manuel Villalpando, director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), se congratuló y dijo que dicho monumento dará remate no sólo a una obra de arte monumental e imperecedera, sino manifestar a la posteridad, «nuestro deseo de conmemorar dignamente el segundo centenario del inicio del movimiento insurgente».

Tras dicho acto, en la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec, quedó abierta la exposición en la que se muestran los 35 proyectos participantes.

La convocatoria fue emitida por el gobierno federal, el gobierno de la Ciudad de México, el INEHRM y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

El Arco del Bicentenario será inaugurado el 15 de septiembre de 2010, en el marco de los festejos por los 200 años del inicio de la Independencia y de los 100 de la Revolución Mexicana sobre Paseo de la Reforma.



Anuncian proyecto ganador para construir Arco Bicentenario
abril 16, 2009, 3:21 am
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El proyecto del arquitecto César Pérez Becerril ganó el concurso para edificar el monumento sobre Paseo de la Reforma, en la Puerta de Los Leones de Chapultepec y el parque Ariel

osé Gerardo Mejía
El Universal
Ciudad de México Miércoles 15 de abril de 2009
19:20 Tras varias postergaciones por cuestionamientos al jurado, el equipo del arquitecto César Pérez Becerril será el responsable de construir el Arco Bicentenario para conmemorar la Independencia y la Revolución Mexicana.

Durante una ceremonia solemne que encabezó el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, en el Museo Rufino Tamayo, se dio a conocer el ganador de entre 35 proyectos, sin ficha técnica del Proyecto, etiquetado con el número 18 y ante notario público.

«Es un imagen que transmite serenidad, sencillo y elegante, con gran espacio y que sintetiza las luchas de nuestros antepasados desde los tiempos prehispánicos hasta las últimas batallas», comentó Pérez Becerril tras obtener el premio, por encima del arquitecto Pedro Ramírez Vásquez, que quedó en la tercera posición.

Los organizadores comentaron que hay la intención de comenzar los trabajos a partir de junio de este año y su inauguración está contemplada para el 16 de septiembre de 2010, en el llamado día del Bicentenario del Grito de Independencia.

Dicho monumento conmemorativo será edificado sobre Paseo de la Reforma, en terrenos de la Secretaría de Salud conocidos como La Puerta de Los Leones de Chapultepec y el parque Ariel, a un costado de la Torre Mayor.

Entre las menciones honoríficas destaca la de Juan Pablo Maza, Augusto Quijano, Ernesto Betancourt, además de un reconocimiento especial a Javier Sordo Madaleno.

En su intervención, el secretario de Gobernación afirmó que quienes piensan que el Arco del Bicentenario es solamente un proyecto arquitectónico, «es demostrar estrechez de miras y de criterios».

cvtp/fml



La arquitectura de la luz solar
abril 3, 2009, 4:02 pm
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El arquitecto y crítico catalán Miquel Adrià reflexiona sobre las principales obras mexicanas contemporáneas. Un lenguaje nacional dominado por un singular uso de la luz y la geometría.



por Elena Peralta.
eperalta@clarin.com

Un territorio gobernado por el sol, una cultura rica en contrastes y un manejo ancestral de la geometría. El mix, puesto sobre un tablero, entrega una arquitectura singular, dominada por la luz y con cada vez mayor proyección internacional. La nueva arquitectura mexicana se abre al mundo sin olvidar sus raíces. Miquel Adrià, arquitecto y crítico catalán radicado hace más de una década en México y director de la revista Arquine, analizó para ARQ las principales tendencias de la arquitectura azteca contemporánea.Para explicar las vanguardias de hoy, la referencia obligada hay que buscarla más de medio siglo atrás. Adrià asegura que buena parte de lo que es la arquitectura mexicana contemporánea retoma el camino trazado por Luis Barragán, Pritzker en 1980 y padre de la modernidad mexicana, en la década del 30 inició la búsqueda de «un estilo mexicano universal», cuyos trazos se pueden rastrear en las nuevas generaciones.

«Habitualmente se identifica a la arquitectura de Barragán con el color -dice- pero uno de los aspectos más notables de sus trabajos está conectado con la luz. El color, en sus obras, tiene que ver con la capacidad para teñir la luz, para iluminar los espacios con luces previamente tratadas. Es parte de un mecanismo para generar cierta ilusión óptica «. Para Adrià es en ese protagonismo de la luz en donde hay que buscar hoy el camino de sus compatriotas.Podría decirse que la centralidad del sol en los proyectos mexicanos es topográfica. En un país casi sin sombras no aprovechar la luz natural sería un pecado, pero el catalán asegura que el recurso tiene más que ver con el ADN nacional que con cualquier necesidad funcional. Y para el caso cita un ejemplo singular: la Embajada Mexicana en Berlín, realizada por Teodoro González de León y Francisco Serrano, un ascético juego de volúmenes de hormigón.

La Embajada podría ubicarse en la siesta recalcitrante de Guadalajara o Monterrey, pero está en una ciudad donde el sol es casi una ilusión. Un inmenso atrio vidriado y la multiplicidad de rajas de la fachada tratan de integrar el escaso sol berlinés al edificio.La dupla González de León y Serrano también es autora, junto a Carlos Tejeda, de un edificio paradigma de la arquitectura abstracta mexicana: las torres Arcos, en Santa Fe, el distrito financiero del DF. La obra es un buen ejemplo de otra característica nacional: el desapego por la función. «Son oficinas, pero una parte terminó siendo un hotel. La función, en este caso, fue irrelevante a la hora de pensar la forma».

Las torres forman un arco de concreto y vidrio, una especie de marco urbano que recorta la ciudad con fuerte voluntad icónica. «Es una secuencia de espacios cargados de gran ambivalencia y una contundencia casi totémica, otra condición muy común en la arquitectura mexicana de todos los tiemposa Terminal 2 del Aeropuerto Benito Juárez. La propuesta vuelve a apelar a la luz como protagonista central. El edificio, en forma de V, tiene al hormigón como material casi exclusivo».
Una secuencia equidistante de cilindros perforados dejan entrar luz en el interior. «La iluminación genera una multiplicidad de espacios sumamente abstractos en los que casi se pierde noción de los planos verticales y horizontales», explica el catalán.

Proyectos de exportación

Ricardo Legorreta es quizás uno de los nombres más citados a la hora de pensar en proyectos mexicanos fuera de la República. Cabeza de la corriente que reclama con mayor legitimidad la herencia de Barragán explota, según Adrià, » lo mexicano como adjetivo y lo hace apelando a los muros ciegos, al color y al tratamiento plástico de las obras».Legorreta repite la fórmula en geografías tan diferentes como El Cairo, Madrid, Jerusalén, Los Angeles o San Pablo. En el pabellón de la Expo Hannover 2000 consigue generar distintos ambientes a través de la luz. En una caja revestida por una piel de cristal, una serie de patios remite a lo colonial pero en una envoltura propia del siglo XXI enclavada una cultura tan ajena como la alemana.Esa misma tradición es retomada en la Escuela de Negocios de Monterrey, en donde una estructura curva con una torre en tensión permanente con los cerros. «Legorreta toma a la arquitectura como un elemento capaz de dialogar con el paisaje», dice Adrià. En ese sentido apuesta todos los recursos desde el color terracota, hasta la disposición interna, organizada como las antiguas misiones españolas en la región.

La nueva ola

Y la escena sigue renovándose. Toda una generación que hoy orilla desde los treinta hasta los cuarenta y pico se abre paso dentro y fuera de México. En esta camada se inscriben nombres como Enrique Norten, Bernardo Gómez Pimienta, Fernando Romero o el propio Adrià.
Los dos primeros, conformando TEN Arquitectos, se llevaron el premio Mihes Van der Rohe para Latinoamérica con el edificio de servicios de Televisa. «En una forma contundente, de cilindro acostado, se juntan desde un estudio de abogados y consultorios médicos hasta las oficinas de la cadena de TV», dice Adrià. Otra vez aparece la multifuncionalidad como una característica fundamental de la obra mexicana.TEN ensaya la misma abstracción de forma y contenido en el Hotel Habita. Norten y Gómez Pimienta cubrieron la estructura de un edificio de departamentos con una envolvente vidriada. «El aspecto contemporáneo de la obra retoma una tradición olvidada en el DF: la apropiación de las azoteas», agrega Adrià.

En 2006 Bernardo Gómez Pimienta junto con Julio Amezcúa, Francisco Pardo y Hugo Sánchez, emprendió la construcción de Ave Fénix, la estación central de bomberos de la ciudad de México.
Un caja cromada con rajas verticales contiene la central de bomberos y un centro cultural. El aspecto frío del exterior cambia radicalmente apenas se pasa la puerta. A través de un juego de iluminación, Gómez Pimienta convierte el interior del edificio en una metáfora de su uso: las luces tiñen paredes de rojo furioso. El mismo Adrià sigue el camino de la luz en sus obras. Una serie de parasoles de colores se adueñan de la fachada del edificio Tlaxcala, proyectado por el catalán junto con Isaac Broid y Michel Rojkind. La transparencia también es el leit motiv del edificio Eneo: una caja de cristal que contiene una escuela de enfermería.

Con apenas 37 años, Fernando Romero es otro talento de exportación. Formado en la oficina de Rem Koolhaas terminó siendo jefe de proyecto de la Casa de la Música en Oporto, Portugal.
El nombre de su estudio da cuenta de su forma de pensar la arquitectura. Sus oficinas se llaman Laboratorio de la Ciudad de México. Dueño de un intenso diálogo con el entorno, Romero hace una adecuación muy interesante de un edificio de los 80 para convertirlo en el Banco de Inversión de Mexico. Nada indica especificamente la función del edificio, situado en el Paseo de la Reforma, una de las avenidas con mayor circulación del DF. «¿Para qué contaminar la ciudad con más información?», se pregunta Adrià. Para la envolvente, Romero eligió una piel que se va transformando por efecto de la luz. «La obra da la sensación de estar construyendo continuamente un espacio nuevo, seduciendo a los conductores».

Uno de sus últimos proyectos, el Museo de Arte Soumaya, en el DF, está dispuesto a romper con toda tradición. El edificio emerge desde el suelo como un gran contenedor de arte. El programa se desarrolla verticalmente. El último de sus cinco niveles está bañado de luz natural que se filtra a través de un domo.En una arquitectura dominada por la luz, Adrià da un ejemplo, el de la Escuela de Invidentes de Mauricio Rocha, que se destaca justamente por apelar a sensaciones que escapan de lo visual.»Desde la mitad del siglo XX la arquitectura se transformó en una disciplina casi exclusivamente visual, Rocha hace un ejercicio muy interesante de retomar valores perceptibles desde otros sentidos, como el uso del agua o los olores, a través de ciertas plantas como los naranjos».

Alberto Kalach es el autor de la biblioteca José Vasconcelos, un edificio controvertido en el DF. Kalach plantea la obra como un gran gusano de más de 250 metros de largo, que trata de aunar la condición de biblioteca, jardín botánico y edificio.»La naturaleza -dice Adrià- prima por encima de la condición contextual. Todo es una construcción de pórticos repetibles, iguales, de acero revestido de concreto que permite el paso de luz natural al interior».Alberto Salas vuelve sobre la figura de un cilindro. En este caso para un centro de fabricación de lentes de alta precisión, en Baja California. «Los ingenieros que trabajan en la fábrica necesitan la mejor iluminación posible, que sigue siendo la solar», aclara el catalán. El edificio es un gran tuvo envuelto en escamas que filtran el sol según la hora del día. «Se comporta como una máquina que permite entrar la máxima luz posible sin que los rayos solares tengan incidencia en el interior», remata Adriá. Un laboratorio de luz que resume el ADN de la arquitectura mexicana.



México halla palacio que revela secretos de arquitectura maya
abril 3, 2009, 3:50 pm
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01:27 PM México.- Con el descubrimiento de un antiguo palacio debajo de una pirámide, en medio de la selva del sur de México, arqueólogos abrieron la puerta a secretos de una era temprana de la arquitectura maya, hasta ahora inexplorada en la imponente ciudad de Uxmal.

El edificio, de unos 30 metros de largo y cuatro metros de alto con al menos seis habitaciones, fue construido entre los años 560 y 600 D.C. y hallado recientemente por investigadores.

La construcción estaba parcialmente derruida y ubicada justo debajo de la llamada Gran Pirámide, erigida más de 300 años después que el palacio.

La estructura, cuya decoración es a base de estuco y pintura con figuras parecidas a hojas, tiene un diseño arquitectónico sobrio, muy diferente a los principales edificios de Uxmal, que significa «tres veces construida».

«Hoy no existe en pie ningún edificio con esas características en Uxmal», dijo a Reuters José Huchim, director de la zona arqueológica y quien dirige las investigaciones en esa antigua ciudad, uno de los enclaves mayas más importantes junto con la vecina Chichén Itzá y Tikal en Guatemala.

«Es un edificio tipo palacio y es probable que ahí vivía una élite de determinada época. Es el arreglo típico de un palacio», agregó Huchim en una entrevista telefónica.

La ciudad prehispánica de Uxmal, patrimonio de la humanidad, a unos 60 kilómetros al sur de la ciudad de Mérida, fue fundada en el siglo VII y tuvo cerca de 25,000 habitantes.

Los edificios más simbólicos -como el Cuadrángulo de las Monjas, la Pirámide del Adivino, el Palacio del Gobernador y la Gran Pirámide, entre otros- fueron construidos entre los años 700 y 1000 D.C. y tienen un diseño arquitectónico con grabados más refinados que los del palacio recién descubierto.

MUCHO POR EXPLORAR

Huchim dijo que aún hay áreas de Uxmal, correspondientes a etapas arquitectónicas tempranas, que no han sido exploradas.

«El descubrimiento es muy importante para conocer la secuencia arquitectónica y los estilos arquitectónicos que todavía no han sido descubiertos y explorados en Uxmal», agregó el investigador.

Podemos decir que la fase temprana de Uxmal, en arquitectura, todavía no se ha explorado», dijo.

El arqueólogo dijo que investigaciones futuras podrían mostrar que existen más palacios o estructuras debajo de la Gran Pirámide, de 35 metros de altura y cuya base mide entre 40 y 50 metros y hasta afirmó que podría tratarse de una serie de palacios mayas conectados entre sí.

«Los palacios se van integrando con cuadrángulos en forma de ‘L’. Un palacio nunca está solito», agregó.

El hallazgo ocurrió durante trabajos de mantenimiento de la zona arqueológica. Por el momento no hay planes de abrirlo al público y fue tapado para ser estudiado a profundidad posteriormente, explicó Huchim.