Noticias de Arquitectura


El posmuseo
febrero 15, 2009, 7:26 pm
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POR MIQUEL ADRÍA 22/11/2008

El Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), en la capital mexicana, pretende dejar atrás el modelo de museo destinado simplemente a mostrar sus tesoros. Obra del arquitecto Teodoro González de León, el nuevo centro de arte quiere que el visitante sea como un viajero

La obra más esperada del arquitecto Teodoro González de León (Ciudad de México, 1928), el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), se inaugura el próximo miércoles. Es el legado del rector saliente de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), Juan Ramón de la Fuente, y de su eficaz equipo liderado por Gerardo Estrada como promotor cultural junto con Felipe Leal como director de los nuevos equipamientos universitarios. Es también la obra que completa el conjunto cultural que conformó la segunda fase de la Ciudad Universitaria, paradigma de la arquitectura de mitad del pasado siglo, donde se funden la modernidad con la tradición prehispánica.

México es una ciudad colmada de museos. Si bien muchos de ellos reutilizaron edificios existentes -sobre todo coloniales- con bastante capacidad para adaptarse a nuevos usos, no fue hasta los años sesenta que hubo una irrupción de nuevos museos, en parte con la excusa olímpica de 1968. Así, se construyeron en poco tiempo el Museo de Antropología y el Museo de Arte Moderno, ambos de Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares (con Jorge Campuzano en el primero). En 1981 se completó la zona museística en el parque de Chapultepec con el Museo Tamayo, proyectado por Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, y salvo pequeñas novedades no se construyó ninguno más hasta 1993 con el Museo del Niño, que diseñó Ricardo Legorreta.

El Museo Rufino Tamayo fue una síntesis de todo el repertorio abstracto de Zabludovsky y González de León de esos años, donde monumentalidad y discreción en el paisaje confieren la mejor expresión del talud, las rampas, la luz y el patio interior, acentuando la relación entre arquitectura y artes plásticas. A diferencia de los injertos museísticos que invadieron el pulmón verde de la Ciudad de México, éste desaparece en el paisaje, actúa sobre el vacío metropolitano sin mimetizarse, conservando el rigor y autonomía de la geometría. El museo está conformado por una serie de plataformas que responden a las distintas alturas de las salas de exposición, bañándolas de luz cenital. Como afirmaba Paul Heyer en la monografía de estos arquitectos, el museo «sigue la idea temática organizadora central de una construcción piramidal que logra un manejo diestro de un espacio altamente variable».

Siendo estudiante, Teodoro González de León ya fue coautor de los primeros trazos de la Ciudad Universitaria histórica. Con sus compañeros Armando Franco y Enrique Molinar proyectó una ciudad radiante de corte corbusierano que Enrique del Moral y Mario Pani, autores del plan maestro, incorporaron en su propuesta todavía beauxartiana.

Y casi sesenta años después, González de León completa con el MUAC la pieza que faltaba en el centro cultural que conformó la segunda fase de la Ciudad Universitaria. Un círculo envolvente contiene unos cubos de hormigón blanco iluminados cenitalmente, que se estructuran sobre un eje norte-sur y dos calles perpendiculares a éste. El eje vertebra la composición mandálica del proyecto y la nueva plaza articula el acceso al museo y a la sala Netzahualtcoyotl, a la par que saca a la luz la escultura La espiga, de Rufino Tamayo, hasta ahora oculta en medio de un estacionamiento. La fachada sur se diluye ante la plaza, sin tocarla. Es un plano inclinado a 45 grados de vidrio difuminado, que deja ver la plaza desde el interior a la vez que se protege de la incidencia solar. Longitudinalmente, los setenta metros de este plano inclinado arropan, a cubierto, los accesos al museo y la sala de conciertos. Dos calles interiores y cuatro patios definen la posición de las salas. Poco queda en la memoria del Museo Tamayo. La escala, el modo de ver el arte y una nueva neutralidad espacial los distancia. Las dimensiones de las salas recurren a un módulo de doce metros, con alturas de seis, nueve y doce metros. La luz cenital, articulada por un ingenioso doble rebote sobre planos inclinados, puede bloquearse, y buena parte de estos grandes volúmenes es susceptible de compartimentarse. No es un recorrido que hilvana salas de exposición, sino una secuencia intercambiable de contenedores de espacio. Algunos de ellos se expanden, más allá del límite circular, en audaces voladizos.

Las circulaciones verticales refuerzan el eje que enmarca el acceso y unen la planta del museo con el subsuelo. Junto a la entrada se ubica la tienda del museo y en el nivel inferior el auditorio, la mediateca y la cafetería. A través de los grandes ventanales de la mediateca, o de la ventana corrida de sesenta metros recortada sobre el cilindro envolvente con la perfección de un láser, se establece la relación con el paisaje volcánico, con cuya lava negra interactúa el hormigón blanco sin cincelar del edificio.

Ciertos sectores de la comunidad artística han criticado el proyecto por el carácter protagónico de su arquitectura. El rechazo a los museos mediáticos, convertidos en polos turísticos de fines del siglo XX que llenó de esperanza tantas ciudades perdidas en el mapa -deslumbradas por el efecto Guggenheim de Bilbao-, generó reacción entre los puristas del arte. Las virtudes de la caja neutra, que lejos de buscar el efectismo y la originalidad se refugia en los grandes espacios ausentes de autor, era el modelo que proponían. Sin embargo, el recién terminado MUAC, lejos de abrir una brecha entre arquitectos y museógrafos, comisarios y artistas, o ahondar en la confrontación entre la discreción de unos espacios dóciles y la arquitectura de autor, tiende a un cierto sincretismo entre neutralidad espacial y monumentalidad urbana.

Con esta obra, Teodoro González de León -que obtuvo este año la medalla de oro de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), distinción que junto con el Premio Pritzker son quizá los reconocimientos más importantes que se otorgan para la arquitectura en el mundo- no sólo aporta unas buenas lecciones de arquitectura, sino que crea nuevos espacios que transforman el desangelado Centro Cultural Universitario en un espacio urbano y hacen de la ciudad un lugar más deseable. Ahora que abre sus puertas para mostrar las joyas de la colección universitaria de arte contemporáneo será la ocasión para que la gente se apropie del museo.



La arquitectura, un camino a recorrer
May 31, 2008, 1:16 pm
Filed under: Arquitectura Mexicana, González de León

Para Teodoro González de León, ganador de la medalla de oro de la UIA, no son los edificios, sino la sociedad, la que le da su rostro característico a cada ciudad

Felipe Leal*
El Universal
Viernes 30 de mayo de 2008
cultura@eluniversal.com.mx

A Teodoro González de León la única obra que le interesa es la actual, la que ha dejado atrás no le importa ni se siente ligado a ella. Para él la arquitectura es tránsito, y el trabajo de hoy es un paso para llegar al siguiente proyecto.

Arquitecto por profesión y caminante por vocación, sabe que la mejor manera de conocer una ciudad es a golpe de pie, como lo hizo con París o la ciudad de México de los años 40, como lo hace hoy al hablar de arquitectura y recorrer con el recuerdo lo mismo México que Italia, España o Japón.

Los logros alcanzados en su continuo andar han hecho a Teodoro González de León merecedor de la Medalla de Oro de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), distinción que, después del premio Pritzker, es quizá el reconocimiento arquitectónico más importante del mundo, siendo seleccionado por encima de figuras como João Figueras Lima, Ronald Stchwitzer, Álvaro Siza, Cesar Pelli, Zaha Hadid o Michelle de Luchi.

—Este reconocimiento se ha entregado sólo nueve veces y, con éste, México se suma dos de ese total, poniéndose a la par con Japón, ¿es tan importante la arquitectura que se hace en México?

—No sé, yo soy actor, no público. Desconozco la importancia que tenemos, sé que se hace buena arquitectura en México, pero medida internacionalmente… necesitaría salirme de mí para poder verlo.

—¿La arquitectura española de las últimas décadas ha sido extraordinaria, ¿por qué consideras que sólo ha obtenido esta distinción Rafael Moneo?

—La arquitectura española merece un apunte aparte por ser la de mejor a nivel medio de producción. En todos lados hay un palacio municipal, otro de congresos, una obra de arquitectura contemporánea de primera categoría que, sin ser sensacional, es buena pieza, casi a la japonesa. Tal vez Japón y España se podrían hermanar en eso. En el caso de Japón la calidad está insertada en la concepción, si no está bien hecho no sirve… en México sucede lo contrario, tenemos un serio problema con la calidad.

—En España hay amor por la construcción, son constructores, no contratistas…

—Tienen la famosa educación del aparejador, enseñan a construir, a ser maestros de obra. En México no es así. Se acabó aquello de las escuelas de oficios para maestros de obra que había cuando yo estudiaba. Nos ganó la carrera demográfica y no hubo tiempo para preparar a la población.

—Hay países donde sí hay preparación, como Italia, ¿cómo ve lo que se hace allá?

—Hablar de Italia hoy remite a Renzo Piano, es el rey del oficio. No usa los clichés normales del mercado, construye siempre en forma distinta. Además de ser muy serio, no grita en sus obras, no quiere estar presente de forma brutal, su presencia es moderada, hay que buscarlo, hay que verlo con cuidado, es simplemente soberbio.

—¿Cómo te sientes ahora en plena madurez?

—De lo que tengo plena conciencia es de lo que estoy haciendo ahora. De lo que hago hoy a lo que hice antes, necesitaría ser un crítico para saberlo. Siento que he hecho una carrera tratando de no copiar, de no repetir nada, y lo que me interesa hoy día son las obras que estoy diseñando y construyendo. Las otras están ahí, sentimentalmente no me siento ligado a ellas, lo único que me preocupa son mis obras actuales. No tengo la añoranza de mis viejos edificios.

*Arquitecto



Arquitectura y artes plásticas, en diálogo
abril 2, 2007, 5:09 am
Filed under: González de León, México

Teodoro González de León inauguró, en la escalinata del Auditorio Nacional, la pieza Tres figuras áureas

Ricardo Cerón
El Universal
Jueves 29 de marzo de 2007
Cuando el arquitecto Teodoro González de León visitó las costas de Baja California, le impresionó ver una roca finamente tallada por el mar, en forma de poliedro de tres caras, cuya forma conservó y, más tarde, sirvió de base para crear la pieza Tres figuras áureas, inaugurada ayer en la escalinata del Auditorio Nacional.

Como si se tratara de personajes, dijo, las tres figuras geométricas que componen esta pieza dialogan una frente a la otra, «pero con un lenguaje mudo, no audible, que hay que percibir con los sentidos».

Acompañado por el jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, y del presidente de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Sergio Vela, González de León recordó que hace 16 años, cuando junto con Abraham Zabludovsky, hicieron la remodelación del Auditorio Nacional, nunca imaginó que una pieza escultórica suya se colocaría en ese sitio.

Sin embargo, precisó que en la remodelación se pensó en el auditorio como un espacio público de cultura y esparcimiento, que se convirtiera en un lugar de diálogo de las artes plásticas y la arquitectura.

Por eso en el lugar, argumentó, fueron instaladas la pieza de acero pintado de Vicente Rojo, las complejas placas metálicas de Manuel Felguérez y la Luna de Juan Soriano. El arquitecto consideró importante la creación de espacios como el Auditorio Nacional, porque el DF ha estado olvidado en materia de infraestructura arquitectónica «inteligente», porque consideró que sólo hay trabajos tontos como los segundos pisos.

En ese sentido, consideró que el cierre de la Biblioteca Vasconcelos fue una decisión justificada, porque fue una obra irracionalmente construida, en un tiempo absurdo. «Fue un cálculo aritmético tonto, donde creyeron que si no acababan con una compañía, era mejor meter 10».

El especialista explicó que el proyecto de construcción del Museo Universitario de Arte Contemporáneo en la Universidad Nacional Autónoma de México va «a todo vapor» y espera que este mismo año pueda recibir las obras que va a resguardar.