Noticias de Arquitectura


Los arquitectos entran a la era global
agosto 14, 2009, 8:38 pm
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Los despachos de arquitectura de México tratan de convertirse en empresas multidisciplinarias; además de diseñar, las nuevas generaciones son capaces de construir e incluso vender los proyectos.

Por: Marcos G. Betanzos Correa CIUDAD DE MÉXICO — Gustavo Slovik, director de Living SLVK, decidió no esperar a que sonara el teléfono y alguien le ofreciera diseñar un proyecto, así que añadió un par de nuevas funciones a su rol de arquitecto: las de constructor y promotor de sus propias obras.

Al igual que él, otros despachos optaron por ampliar su margen de acción y obtener mejores dividendos. Tal es el caso de ZD+A, Living SLVK, JSa, Taller Aragonés, Bosco Arquitectos y Migdal Arquitectos, entre otros.

Pero lo que parece un negocio redondo y muy redituable tiene sus desventajas: «hay barreras de entrada», como el acceso al financiamiento y el desconocimiento a la hora de implementar campañas publicitarias «mucho más robustas», afirma Yuri Zagorin, director de ZD+A.

Asegura que desempeñar este papel multidisciplinario implica «usar diferentes sombreros, ser tu propio enemigo», porque «la decisión más acertada para el promotor puede ser la menos afortunada para el diseñador».

Desde su punto de vista debe haber un entendimiento más general y amplio de los procesos, para no caer «en la mediocridad» y convertirte en «un constructor regular y un diseñador medio bueno», «hay que encontrar el equilibrio y no sólo intentar comerse todo el pastel».tabla2.gif

En otro ángulo, Slovik explica que es necesario tener un equipo de trabajo interdisciplinario, pero especializado, para que abarque los distintos aspectos del negocio y tome las decisiones con la mayor información disponible. Por eso los cinco socios de Living SLVK tienen distintas especialidades: finanzas, administración, comercialización, diseño y construcción.

La transformación de los despachos de arquitectura no sólo implica una plantilla mayor, con los consecuentes gastos de operación. Además requiere la creación de una estructura administrativa más vertical que horizontal, reconoce Zagorin.

Por ahora las fórmulas no están probadas y «muchos de nosotros estamos pasando por la primera prueba importante en la historia de nuestras compañías, así que todavía es muy temprano para ver quién va a soportar la tormenta y quién no», reconoce el director de ZD+A.



La casa que Mel Gibson desplomó
junio 6, 2009, 3:22 pm
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Son obras maestras del siglo XX, y Hollywood las ha usado en películas como ‘Arma letal 2’

MARÍA J. DE BLAS / RUBÉN PICADO – 06/06/2009

La vida de una perla es bastante contradictoria, siempre escondida esperando el momento oportuno para que la muestren con suficiente dignidad. Cuanto más valiosa, menos ha de exponerse. Algo parecido pasa con algunas casas de California que nos enseñaban de tarde en tarde los directores del cine de Hollywood. Estamos dispuestos a desvelar su escondite para los que tengan curiosidad y quieran disfrutar de esta excelente arquitectura.

La ciudad de Los Ángeles es una megaextensión de pequeñas construcciones ordenadas en una infinita trama ortogonal que se va deformando cuando se encuentra con las montañas que rodean el valle de San Fernando. Por la noche es cuando esa red adquiere una fuerza hipnótica y aquel paisaje anodino se transforma. Desasosiega mucho no saber dónde está el verdadero centro, ya que el downtown de la segunda ciudad más grande de Estados Unidos es una concentración poco significativa de torres que realmente no pretenden representar esta ciudad. Se implantó la forma de vida americana alrededor de la industria del cine y creció naturalmente desde los años veinte, reflejando con este urbanismo sus ilusiones y limitaciones. Desaparece el concepto de plaza, y el coche se convierte en algo esencial para poder convivir, surgiendo en los años cincuenta miles de casas con jardín que, para los más pudientes, se asomaban descaradamente sobre las laderas de los montes hacia la propia ciudad como un nuevo paisaje urbano tan valioso como sugerente.

La verdadera riqueza arquitectónica está algo escondida, poco accesible a los típicos recorridos turísticos. Esas perlas son algunas casas, referentes importantes en la arquitectura moderna, que han sido desveladas al gran público a través del ojo de algún director de cine que las ha utilizado como escenario. Curiosamente casi siempre como refugio de «los malos, asesinos y mafiosos», quizá por su incomprendida modernidad.

01 Vistas al valle

En L. A. Confidential (1997), Curtis rueda varias escenas en la Lovell House. Es una de las primeras casas del arquitecto Richard Neutra, que la construye en 1929. Se entra desde la última planta a través de una pasarela que se asoma al valle con un espléndido espacio que baja en diagonal a doble altura, recorrido por una escalera blanca donde los personajes se van situando en distintos momentos de la trama, mientras se nos enseña la maravillosa guarida del elitista perverso. Esta casa está situada en la acusada pendiente del 4616 de la Dundee Drive y puede verse bien desde fuera.

02 ‘Blade runner’

La enigmática Ennis-Brown es una casa de Frank Lloyd Wright. Su peculiar construcción con bloques de hormigón texturizado hace de ella el caso más representativo de su última etapa en Los Ángeles. Se ubica también en una colina, en el 2655 de Glendower Avenue, y muchos cineastas se han fijado en ella quizá por esa «oscura modernidad». Hoy puede visitarse por dentro, y sus fascinantes espacios nos recuerdan películas que la utilizaron como escenario, como la mítica Blade Runner, de Ridley Scott, de 1982, donde la textura y la sensación de caverna nos transmiten una atmósfera húmeda y extraña. También aparece en Asesinos sustitutos (The replacement killers, de Antoine Fuqua, 1998) y La casa de la montaña embrujada (House on haunted hill, de William Malone, 1999) que es un remake del clásico de William Castle de 1959.

03 La estructura vuela

Pero quizá la más paradigmática es la Stahl House (1636, Woods Drive), o casa 22, de Pierre Koenig (1959), que aparece en películas como A tres bandas (Why do fools fall in love, de Gregory Nava, 1998), Ella siempre dice sí (The Marrying man, de Jerry Rees, 1991) o La noche del diablo (The first power, de Robert Resnikoff, 1990). Se trata de una casa que resume esta tipología tan seductora de Los Ángeles. Está encaramada en la montaña, como lo están las letras de Hollywood, con una ligerísima estructura metálica horizontal que vuela literalmente sobre la ciudad. Utiliza el agua como un elemento arquitectónico más, integrándolo en el espacio continuo y abierto. Suele filmarse el recorrido de acceso para evidenciar la relación de la casa con el paisaje, sobre todo de noche. No existen los límites del espacio interior, apareciendo un gran plano con escuetos muebles posados y el tapiz de Los Ángeles a sus pies.

04 Atractivos artefactos

John Lautner no es de los arquitectos más conocidos, y sin embargo sus casas Malin o García sí han sido muy filmadas por su peculiaridad, puede que incluso se pensaran para ello. Aparecen en El gran Lebowski (The big Lebowski, de Joel y Ethan Coen, 1998), en Doble cuerpo (Body double, de Brian de Palma, 1984), o en Arma letal 2 (Lethal weapon 2, de Richard Donner, 1989), donde la casa García es el objetivo de Mel Gibson en las últimas escenas, cuando el actor arrastra con un jeep uno de sus pilares, desplomándose la construcción (se hizo con una maqueta a tamaño real) sobre la colina y mostrando así su fragilidad. Son edificaciones más cercanas a artefactos y, por ello, más atractivas como escenografías para un rodaje que como espacios habitables. Todos los años organizan visitas guiadas a todas ellas.

05 Filosofía japonesa

Otra imprescindible de Los Ángeles es la casa-estudio de Rudolf Schlinder (1922), donde afortunadamente incluso se conserva el mobiliario original. Puede visitarse por dentro y se ubica en el 835 de North Kings Road, en Hollywood. Este arquitecto formado en Europa se integra en Los Ángeles y propone el germen y un claro ejemplo de esta nueva forma de vida. Aunque distinta de las anteriores, es más urbana y se trata de una casa de madera muy relacionada con los jardines circundantes en una zona residencial de clase media. Sus proporciones mínimas nos acercan mucho a la filosofía arquitectónica japonesa que ya introdujo Wright con su libro Early period 1893-1909 en Berlín (1910).

06 El genio de los Eames

Billy Wilder conocía bien esta cultura y llegó a encargar un proyecto en 1949 a sus amigos Charles & Ray Eames, arquitectos y diseñadores de cantidad de objetos y sillas que todavía siguen considerándose contemporáneas. El director se divorció y las ilusiones se desvanecieron, dejándonos sin ella, pero los Eames consiguieron construir sólo una, la suya. Es imprescindible disfrutarla porque aún puede sentirse la atmósfera más playera de Los Ángeles, y es una obra maestra. Gracias a una fundación que mantienen sus hijos puede también visitarse. Está en el 203 de Chautauqua Boulevard, en Pacific Palisades, Santa Mónica. Puede irse desde el downtown en el Big Blue Bus, hasta el cruce con Corona Del Mar y Chautauqua Boulevard. Investigación y experimentación con los sistemas y materiales industriales fue la actitud que tuvieron estos arquitectos en su búsqueda de la idea de mejorar la vida a través de la arquitectura. ¡Visítenlas antes de que desaparezcan, son el legado arquitectónico de Los Ángeles en el siglo XX!

» María José de Blas y Rubén Picado son arquitectos.



Manuel Ocaña: «Los arquitectos no somos culpables de la crisis»
junio 4, 2009, 2:17 am
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El arquitecto Manuel Ocaña, uno de los miembros del jurado del concurso del Mirador del Palmeral de Elche, ha asegurado hoy que los arquitectos «no son culpables de la crisis inmobiliaria» y ha subrayado la necesidad de que la administración pública atiendan los consejos de este colectivo de profesionales.

En conferencia de prensa celebrada en Alicante, Ocaña ha afirmado que «esta crisis», además de abrir una puerta a la reflexión, no debe impedir la posibilidad de «seguir creando» proyectos.

El arquitecto salmantino, cuya obra camina entre el interiorismo, el paisaje y la planificación, es uno de los ponentes del ciclo de conferencias «Obra, proceso y pensamiento» que ha organizado el Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante.

Junto a Ocaña, ofrecerán su particular visión de la arquitectura el danés Bjarke Ingels y las catalanas Beth Galí y Carme Pinós, con la particularidad de que estos cuatro profesionales de reconocido prestigio internacional conforman el jurado del concurso del Mirador del Palmeral de Elche, cuyo fallo se conocerá mañana.

Esta convocatoria tiene un doble propósito: dotar a la ciudad de un elemento emblemático desde el que se pueda contemplar el Palmeral de Elche, eligiendo como ubicación el final del Paseo de la Estación por su situación estratégica, y revalorizar el cultivo agrícola de palmeras de tradición árabe, formado por huertos declarados Patrimonio de la Humanidad, según han informado fuentes del sector.

A preguntas de los periodistas, el presidente de la entidad colegial alicantina, Antonio Ortega, ha afirmado que, en materia de urbanismo, los ayuntamientos españoles «empiezan a apostar por la opinión y el criterio de los arquitectos», entre ellos, según ha añadido, el consistorio ilicitano.

«La ciudad la deben hacer no sólo los ayuntamientos sino también los profesionales y quienes más saben de urbanismo son los arquitectos», ha manifestado Ortega.



La arquitectura y la cultura un reto para el siglo XXI
abril 19, 2009, 5:32 am
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Cultura – Viernes 17 de abril (15:30 hrs.)

  • Carlos Chávez García dice que lo tradicional y contemporánea es algo que no debe faltar así como la emoción o sensación, es lo que actualmente demanda el público

El Financiero en línea

México, 17 de abril.- La cultura continúa avanzando e introduciéndose en otros rubros, muestra de ello es la apertura de espacios en los que arquitectos mexicanos analizan el reto de vincular las nuevas tendencias de esa disciplina, con el arte y los sentidos humanos.

Carlos Chávez García, director del Departamento de Diseño del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Ciudad de México, explicó que el vínculo entre arquitectura y cultura es una expresión tradicional y contemporánea, en la que no debe faltar la emoción o sensación, que es lo que actualmente demanda el público.

«La gente está buscando como en muchos otros aspectos culturales, que el espacio que habita, trabaja o convive le dé otro tipo de experiencias y hoy es el tema en el que estamos enfrascados, esas tendencias se relacionan con la transmisión de emociones y aspectos psicológicos del bienestar de las personas», explicó.

A su parecer, el aspecto cultural en la arquitectura será un fenómeno cada vez más evidente para la ciudadanía y para la gente que tradicionalmente pensaba que el vivir en una «casa cuadrada pintada de blanco era lo básico y elemental»,. porque actualmente la gente pide algo más.

Chávez García reiteró que la gran tendencia de la arquitectura hoy en día es cultural, por lo que los tres aspectos que se discuten son psicológicos, emocionales y ambientales. »

El reto es saber si somos capaces de hacer una arquitectura que emocionalmente diga algo a través de las formas, texturas y colores de los nuevos materiales que se experimentan hoy en día», enfatizó.

Los arquitectos deben cuidar las cuestiones emocionales sin deteriorar el medio ambiente, como se hace hoy en dia. y el reto va desde la construcción de un baño hasta un monumento en el centro de la ciudad, concluyó. (Con información de Notimex/JJJ)



The architecture of recession
marzo 7, 2009, 3:21 pm
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Jonathan Glancey
guardian.co.uk, Friday 6 March 2009 17.22 GMT
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The economic crisis has put paid to the trophy building projects of the last 20 years, but architects need not despair – the wheel will turn

‘Bigger. Faster. Stronger. Shinier’: Norman Foster’s Swiss Re building, London. Photograph: Philippa Lewis/© Edifice/Corbis

The mantra of zealous modern architects in Britain, Europe and the United States during the great depression of the 1930s was «form follows function». They bided their time, nurtured their ideals and came to prominence in the decades following the second world war. Since then, modern architecture has passed up, down and through many aesthetic – «form follows fashion» – and economic hoops.

Today, as architects of the global stature of Frank Gehry, Norman Foster and Richard Rogers lay off staff – half of them, in Gehry’s case – the mantra ringing through their minds is very probably «form follows finance». Just look at the extraordinary worldwide construction boom of the past decade. Entire cities – London, Leeds, downtown Los Angeles, Berlin, Beijing and Shanghai – have grown, changed shape and shot up into the sky in a gung-ho manner that makes some of them almost unrecognisable from the way they were such a short while ago.

As the good times rolled with the madcap antics of international banking and promiscuous credit, the very shape of so much architecture and so many buildings began to change. Out went austere or ascetic minimalism, and in came a kaledeiscopic, cinematic new architecture featuring the fecund talents of the likes of Frank Gehry, Zaha Hadid, Daniel Libeskind and Rem Koolhaas, together with a host of younger architects for whom form appeared to follow fancy – although, in reality, it was following in the wake of a colossal economic boom.

Alongside this urgent flowering of sensational new design, came wave after wave of new skyscrapers. Bigger. Faster. Stronger. Shinier. By the time recession hit home late last year, there were plans afoot to hide what remained of the old City of London in a forest of new office towers, supported by both the former mayor of London, Ken Livingstone, and by his successor, Boris Johnson. There were plans to do much the same in Paris, with President Sarkozy actively promoting a new generation of towers for which the word «bling» would be too be too posh by half. Chicago was to have been dominated by a spiral skyscraper designed by the master of urban bling, Santiago Calatrava. And, so it went on.

And, now? A break in construction, certainly, but after the deluge? What then? Of course, it’s difficult to be sure of future developments in architecture, and yet there is a tendency for architectural action to be followed by reaction, and reaction by further reaction. The collapse of the British economy at the time of the oil crisis and three-day week of 1973-4, for example, spelled the end of straight-up-and-down modernist design, of public-sector architecture, concrete high-rise estates, concrete low-rise estates and Brutalism. A world that had been led by the heroes of post-war British modernists, among then Erno Goldfinger and Denys Lasdun, seemed to have come to a sudden stop.

When the going got good again, postmodern design, all bright colours, visual jokes, architectural puns, allusions, elisions, illusions swept into view. Architects such as Terry Farrell popped up with comic relief in the form of his TV-am studios in Camden Town, or architecture in the guise of a knowing street urchin. Piers Gough and his team at CZWG let rip with zany apartment blocks in London’s up-and-coming Docklands. Even the man who more or less invented architectural postmodernism, Robert «less is a bore» Venturi, was shipped in from the States, with his wife Denise Scott-Browne, to design the controversial new Sainsbury Wing of the National Gallery in Trafalgar Square.

But, when the economy dipped again at the end of the 1980s, po-mo was out, and a new wave of expressive modernism, the «iconic» architecture, effectively took its place. So what now? Recessions are a time for architects to rethink their game. They need not despair, but, rather, regroup for the next boom. For a while, I think there may well be a reaction to the fireworks of the past decade. Architects such as the Tokyo practices of Toyo Ito and Sanaa (currently at work on the design of this summer’s Serpentine Gallery pavilion in Kensington Gardens) point to one highly inventive, yet gentle future.

Equally, there may well be a return– up to a point – in public architecture and design. Indeed, government investment in building might even be necessary to help kick-start the UK economy in the months ahead. Schools. Hospitals. Colleges. Training centres. All of these would require architects to think out of the «iconic» box. Commercial skyscrapers and big-name museums and galleries have been flashy in recent years to draw maximum attention to themselves and to their promoters. This wouldn’t be necessary, or even desirable, in the case of clinics and schools.

A new modesty, then? Yes, for a while. But, when the wheel of fortune turns up again, expect a reaction to the New Modesty. Expect, at the very least, a Modesty Blaze, and then new forms of architecture that those being made redundant from their jobs, and those about to leave architecture school, are only beginning to formulate. And, by the way, applications to British architecture schools have never been higher. Architecture, more than most arts, requires, and even demands, optimism even in the face of the most severe economic downturns. The Empire State Building began to rise the very moment Wall Street crashed. Depression has not, after a shaky financial start, hindered its rise into the firmament of all-time architectural wonders.