FERNANDO DELGADO 28/07/2009
A la gente le cuesta aceptar a veces los proyectos bien pensados para la ciudad con carácter novedoso, pero cambia su opinión sólo con darse tiempo para hacerlos suyos. Y los hace suyos, de un modo casi inconsciente, por la costumbre. No supe cómo transmitirle esta convicción al taxista que no gustaba del templete de Sol, pero mantengo la esperanza de que él, como tantos otros, llegue a entenderlo por su cuenta. Nuestra mirada se educa sin recibir instrucciones. Y en el caso del templete de Sol me tranquiliza que se trate de un proyecto de Antonio Fernández Alba. Todo proyecto suyo, y éste no será una excepción, responde a la condición de espacio donde verdaderamente estar o por el que transitar. Se trata de un atributo de su obra, una obra en la que la belleza no está sola.
Cuando conocí a Fernández Alba, entre los iconoclastas del grupo El Paso, cómplice sosegado él de aquella aventura artística contemporánea, no lo imaginé nunca como un académico, y menos de la lengua. Pero hace unos años fue el encargado de recibirle en la Academia su amigo Emilio Lledó, que comparte con él una misma pasión por pensar. Y no es una mera casualidad que sean amigos ni que además de amigos sean cómplices. De ahí la oportunidad de que sus discursos resultaran coincidentes y complementarios la tarde en que el arquitecto llegó a la Academia. El de Fernández Alba, porque su visión del mundo no es un ejercicio de narcisismo intelectual, sino una desesperada revisión de la esquizofrenia contemporánea, y el de Lledó, porque busca en lo humano la desnuda verdad sin pamplinas, y con su certero retrato del nuevo académico no ofrecía un currículo, sino un modelo ético de los que tan necesitados estamos. Posee además Fernández Alba, como explicó Lledó con brillantez, una visión melancólica de la ciudad en la que no falta la piedad -qué hermosa palabra y desusado concepto- ni la amistad con los otros.
Es difícil, sin embargo, hacer llegar a los ciudadanos la poética con que nuestro arquitecto explica ahora que estas cúpulas madrileñas representan la villa que fue y la metrópoli que es y que buscaba en ellas un caleidoscopio urbano que acogiera el movimiento y tuviera la intención de acoger el tiempo. El arquitecto humanista conoce bien el valor de los símbolos, los nuevos y los viejos, y como ha hecho en esta ocasión sabe enmaridarlos. Sus definiciones no buscan un eslogan para la complacencia ciudadana. Él transita por la palabra, enamorado de ella, para tratar de explicarse con sentido crítico al ser urbano; quiere con las palabras salvarse y salvarnos del caos y el eclecticismo que reconoce en la ciudad moderna. Pero precisamente por todo lo anterior, no participo de su idea de que en Madrid se impone una cierta falta de tradición urbana que posee Barcelona y que han ido incorporando con aciertos otras ciudades españolas. Lo que pasa aquí es que todo cambio se somete a un debate con frecuencia estéril en el que logran tener más voz los gustos conservadores y castizos. Y esos gustos son a veces alimentados por una falta de pedagogía estética, incluso por la concesión que impone cierto cansancio en las determinaciones urbanísticas sobre los atrevimientos, con sus correspondientes demagogias y algaradas irreflexivas que permiten el triunfo de la conservación no razonable sobre el cambio, acaso por no darle al cambio los días que la razón requiere. En los tiempos en que Juan Barranco fue alcalde tembló Madrid por la sustitución de unas farolas en Sol y, como no se trataba de hacer un referéndum para sostenerlas, fueron eliminadas. Pero tal vez aquel rechazo, y no recuerdo ya ni cómo eran las farolas, no pasaba de responder al empeño de un grupo de presión que terminó imponiéndose a la gente que repetía sus argumentos. Decir, pues, que la estación de cercanías de la Puerta del Sol es «la joya de la corona», como dijo el presidente Rodríguez Zapatero en los entusiasmos inaugurales de la obra, y repitieron con similar satisfacción los telediarios, puede resultar una anacrónica definición de un espacio tan moderno y hermoso como aquél. Pero se comprende que el presidente, que además hablaba de la estación como servicio logrado, tratara de entusiasmar con la frase hecha a esos madrileños renuentes a toda «novedad como principio de evolución» que ven en las cúpulas madrileñas una invasión de la plaza o el peligro de que Sol deje de ser Sol, tan emblema de Madrid para ellos como la misma Cibeles.
Madrid, a pesar de todo, no ha escapado a la arquitectura espectáculo, que suele atraer al común con cierta facilidad, pero es de celebrar que la austeridad de Fernández Alba haya constituido la apuesta para renovar la capital en su propio corazón simbólico. Su obra crea valor añadido, merece la pena como emblema, responde bien al espíritu de esta ciudad fusión.
JOSÉ RAMÓN GINER 06/07/2009
Durante tres días, los arquitectos españoles se han reunido en Valencia para hablar sobre sus asuntos y hacer examen de conciencia. La medida era probablemente necesaria -por no decir inevitable- después de los abusos vividos en la construcción los últimos años. En su congreso, los arquitectos se han apresurado a denunciar estos excesos, que consideran incompatibles con la profesión. ¡A moro muerto, gran lanzada! podríamos decir. Mientras en España se construían apresuradamente miles viviendas, apenas tuvimos ocasión de escuchar la voz de estos profesionales ni de sus representantes. Quizá no les sobraba tiempo, ocupados en fabricar un proyecto tras otro mientras la costa se iba colmando de adosados. Se parecen en esto los arquitectos a los economistas, capaces de dar unas clases magistrales una vez que se ha producido la crisis. Claro está que es un sinsentido construir 600.000 viviendas al año, pero cuando el señor Solbes se atrevió a insinuarlo, medio país se le echó encima acusándolo de imprudente, y no recuerdo que nadie saliera en su defensa.
Ahora, los arquitectos anuncian que serán «más sociales y cuidadosos con el medio ambiente». El propósito es loable, aunque me parece que estos profesionales sobrestiman su poder. Ni ellos fueron los únicos responsables de la barbaridad que cubrió el país con una costra de cemento, ni está en sus manos cambiarlo en el futuro. Hablar de un «urbanismo para los ciudadanos, nuestros verdaderos clientes», como ha hecho Hernández Pezzi, está muy bien; pero los verdaderos clientes de los arquitectos, como todos sabemos, suelen ser los alcaldes y los promotores inmobiliarios. Los propósitos nacidos en el entusiasmo generoso de un congreso suelen ser admirables; otra cosa es que logremos llevarlos a la vida diaria. ¿Oiremos al Colegio de Arquitectos de Alicante pronunciarse sobre el Plan Rabassa? De eso se trata.
En Valencia se han escuchado palabras en contra de la arquitectura del espectáculo, que tan de moda ha estado en los últimos años. Durante ese tiempo, las obras de algunos arquitectos han provocado un entusiasmo irrefrenable que los medios de comunicación han contagiado al público. Sin el papel de los medios, es probable que el fenómeno no se hubiera producido, o lo habría hecho de una manera más amortiguada. Han sido los excesos del periodismo, en su deseo de llamar la atención de los lectores, los que nos han llevado al papanatismo del que ahora se pretende huir. Todo esto ha provocado que el trabajo más serio de la profesión haya quedado oculto en buena medida.
Porque es innegable que una parte importante de la arquitectura pública que se ha hecho en el país en época reciente, tiene una calidad notable, incluso excelente en muchos casos, que no ha trascendido entre los ciudadanos. La Comunidad Valenciana no es una excepción. Los edificios públicos que se han construido en Castellón, en Valencia, en Alicante, revelan un cuidado y una atención poco frecuentes; por lo general, son, de un carácter muy superior al de otras épocas. Por parte de los arquitectos, ha habido una preocupación por hacer buena arquitectura que ha encontrado en la obra pública un terreno apropiado para expresarse. Los colegios, los institutos, los centros de salud o las casas consistoriales que se ha edificado en los pueblos y ciudades valencianas así lo demuestran.
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El Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes (CoNCA) ha concedido a Josep Quetglas el Premi Nacional de Arquitectura y Espacio Público, a Francesc Torres, el de Artes Visuales, y a Enric Jardí, el de Diseño.
El jurado, compuesto por 24 personalidades del mundo de la cultura, otorgó el de Arquitectura y Espacio Público a Quetglas (Palma de Mallorca, 1946) por su «incansable investigación y divulgación» sobre Le Corbusie incorporados a ‘Massilia. Annuaire d’etudes corbuséennes’ y su dilatada trayectoria como crítico de arquitectura.
A juicio del jurado, sus enseñanzas en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politécnica de Cataluña (UPC) y sus ensayos han permitido «construir una cultura arquitectónica densa y singular basada en el rigor y la permanente exigencia crítica».
El Premio Nacional de Artes Visuales recayó en Francesc Torres (Barcelona, 1948) por la exposición retrospectiva ‘Da Capo’, presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), que recoge de forma exhaustiva la evolución de su trayectoria, así como su compromiso social y político.
El CoNCA también concedió el Premio Nacional de Diseño a Enric Jardí (Barcelona, 1964) por su amplitud de registros, de cartelista a inventor de tipografías. Según el jurado, el artista «ha sabido responder a través del grafismo» a una sociedad cambiante cada vez más plural y receptiva.
Los Premios Nacionales de Cultura, dotados con 18.000 euros cada uno, se entregarán el 3 de octubre en el Auditori Enric Granados de Lérida. Esta es la primera edición que los concede el CoNCA
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Barcelona, 6 jul (EFE).- El arquitecto Josep Quetglas ha obtenido hoy el Premio Nacional de Arquitectura, mientras que el diseñador Enric Jardí es el premiado en el ámbito de Diseño, según informa el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que también ha distinguido en el apartado de Artes Visuales a Francesc Torres.
El jurado ha acordado otorgar el Nacional de Arquitectura y Espacio Público a Quetglas por «su incansable investigación y divulgación de estudios sobre Le Corbusier incorporados a ‘Massilia.
Annuaire d’études corbuséennes’ y por su dilatada trayectoria como crítico de arquitectura».
Enric Jardí, conocido por su trabajo en el campo del diseño editorial, gana el Nacional de Diseño por «su amplitud de registros, de cartelista a inventor de tipografías» y por «haber sabido responder a través del grafismo a una sociedad cambiante, cada vez más plural y receptiva».
Por la exposición retrospectiva «Da Capo» ha obtenido el artista Francesc Torres el Premio Nacional de Artes Visuales, puesto que el jurado entiende que «recoge de forma exhaustiva la evolución de su trayectoria, así como su compromiso social y político».
En las últimas semanas, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ya ha dado a conocer los nombres y los veredictos del Premio de Literatura (Jaume Pòrtulas); el de Cómic (Guillem Cifré); el de Cine (Pere Portabella); el de Periodismo (Rosa Maria Calaf) y el de Audiovisual para Animac, la Muestra Internacional de Cine de Animación de Cataluña.
Asimismo, han sido premiados la Asociación de Profesionales de Circo de Cataluña (premio Nacional de Circo); la videoartista Núria Font (Danza); el músico Jordi Savall (premio Nacional de Música) y el actor Francesc Orella (Teatro).
El jurado de estos premios está integrado por Montse Aguer, Víctor-M. Amela, Sue Aran, Juliette Beaume, Fina Birulés, Josep Bohigas, Lluís Bonet Mojica, Roberta Bosco, Josep Borràs, Àlex Broch, Arcadi Calzada, Francesc Codina, Miguel Gallardo, Claudia Giannetti, Anna Lizaran, Àngels Margarit, Antoni Mas, Jordi Pablo, Marta Ramoneda, Carme Riera, Elisenda Roca, David Santaeulària, Jorge Wagensberg y Anatxu Zabalbeascoa.
Los Premios se entregarán el próximo día 3 de octubre en un acto en el auditorio Enric Granados de Lleida, que será retransmitido en directo por televisión. EFE.
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La Torre Pelli, la Biblioteca del Prado y el plan de la Encarnación dividen a los expertos
SANTIAGO BELAUSTEGUIGOITIA – Sevilla – 05/07/2009
Tres nuevas edificaciones agitan el debate en Sevilla en los últimos tiempos. La Torre Pelli, la Biblioteca del Prado de San Sebastián y el proyecto Metropol Parasol de la plaza de la Encarnación han reavivado las diferencias en torno al modelo urbanístico de la ciudad. Los defensores de estas edificaciones aducen que cuando estén construidas, los vecinos las asumirán como algo propio, como un motivo de orgullo para Sevilla. Sin embargo, sus detractores creen que las ubicaciones de estos edificios no son las más adecuadas para preservar ese carácter de ciudad histórica y monumental por el que Sevilla es célebre.
La petición hecha por la Unesco, el pasado domingo, para que se paralice la construcción de la Torre Pelli ha destapado la caja de los truenos. El Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla (COAS) convocará una asamblea sobre la Torre Pelli en septiembre. Y el acto culminará con una votación en la que los arquitectos de Sevilla mostrarán su postura ante el impacto visual de este rascacielos de 178 metros sobre la ciudad.
El COAS también ha manifestado sus reparos ante la construcción de la nueva Biblioteca Central de la Universidad de Sevilla, obra de la arquitecta iraquí Zaha Hadid, en el Prado de San Sebastián. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha anulado la construcción de la biblioteca.
Toda esta catarata de acontecimientos ha reactivado un viejo debate que parece consustancial a Sevilla. ¿Se puede conciliar la arquitectura de vanguardia con una ciudad llena de tesoros históricos y monumentales?
El concejal de Urbanismo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE), muestra su apoyo a la arquitectura de vanguardia. «Desde el Ayuntamiento tratamos de que todos los conceptos de ideas arquitectónicas sean enfocados hacia esa nueva arquitectura. Sevilla gana con esta orientación porque introduce valor. Sevilla es atractiva por sí misma. Y la nueva arquitectura puede provocar que a los que conozcan Sevilla les apetezca volver para observar esta monumentalidad imbricada con la vanguardia arquitectónica», comenta Gómez de Celis.
¿Cuál es la relación que estas tres edificaciones tendrán si, finalmente, son construidas con los edificios históricos de Sevilla, como la catedral, el Alcázar y todos los palacios y enclaves monumentales de la ciudad? «La misma que tienen el Pabellón de la Navegación, el puente del Alamillo o Torre Triana. Es nueva arquitectura en un ámbito donde se ha innovado mucho. La Cartuja ha sido un lugar de innovación y vanguardia. Las tres nuevas edificaciones añadirán valor a lo que existe. Cuando alguien pasee en el entorno de la catedral, no verá la Torre Pelli, sino que verá la catedral y la Giralda. Cuando los tres edificios estén construidos e integrados en la vida cotidiana, la ciudadanía los hará suyos. Integraremos esos edificios de vanguardia en el orgullo sevillano y los defenderemos a capa y espada como algo nuestro», concluye Gómez de Celis.
Santiago Cirugeda, un arquitecto sevillano que ha trascendido fronteras por la originalidad de sus creaciones y que apuesta por una ciudad cuyos barrios cuenten con los mismos servicios que el centro, opina que las tres construcciones obedecen a «una política de búsqueda de edificios singulares». «Es una política de iconos. En Sevilla no hace falta poner nuevos iconos. Volvemos a los nombres famosos, a los arquitectos singulares que no miran los problemas de los barrios, que no escuchan otras voces que hablan de necesidades sociales», señala Cirugeda, El arquitecto considera que estos edificios son «un despilfarro público enorme».
José Ramón Sierra, uno de los arquitectos más prestigiosos de Sevilla, opina que hay que analizar los tres proyectos por separado porque «son completamente distintos». «El proyecto de la Encarnación es completamente inútil y está basado en un empeño retórico, en una especie de capricho de alguien. Formalmente no le encuentro el más mínimo interés. Es un despropósito», dice Sierra. «La Torre Pelli es un edificio bastante especial por altura y densidad. Sus dos componentes fundamentales son la calidad arquitectónica del edificio y las infraestructuras que necesita una torre de esa envergadura para su correcto funcionamiento. No está dentro del centro histórico. Está justo en los límites. Será una cuestión de medir esa interferencia y tomar las medidas convenientes para que el impacto sea el mínimo», explica el arquitecto.
«La Biblioteca del Prado de San Sebastián es otra iniciativa de carácter contradictorio. Me da la impresión de que es un asunto que no se ha llevado bien desde el principio. La elección del sitio es parte muy importante del problema. Se elige el sitio de la biblioteca destruyendo una parte del parque. A Sevilla no le sobran las zonas verdes», recalca Sierra.
Andrés Joaquín Egea, presidente de la Asociación por la Defensa del Patrimonio Histórico de Andalucía (Adepa), opina que los tres edificios representan «una agresión contra la visión de la ciudad no tanto por lo que significan como arquitectura moderna, sino por el sitio donde están ubicados». Adepa cuenta con cerca de un centenar de miembros (abogados, arquitectos, historiadores, estudiantes).
«Tanto el edificio de Pelli como el de Zaha Hadid son interesantes. El problema fundamental es su ubicación. Si, por ejemplo, se trasladara la biblioteca a terrenos de la Expo sería algo extraordinario, ya que Hadid es una de las mejores arquitectas de las corrientes más vanguardistas. También sería extraordinario si se trasladara la Torre Pelli a Sevilla Este. Porque debe haber dos Sevillas. Debe, así, haber una Sevilla que sea capaz de conservar lo mejor y lo que le ha dado carácter propio. Y debe crearse una nueva Sevilla que engarce con el futuro», comenta Egea, que es director del Colegio Buen Pastor.
«Estamos a favor de renovar la arquitectura. Creemos que en una zona nueva no se puede repetir la casita del siglo XVIII. Pero tampoco tiene sentido destruir una casita del siglo XVIII para poner en su lugar algo que no se corresponde con la herencia del pasado», concluye Egea.
El debate es, pues, mucho más complejo que el de tradicionalistas frente a renovadores. La arquitectura de los tres edificios despierta opiniones favorables y contrarias. Y su ubicación está en el centro de esta marejada que agita la ciudad.
ZARAGOZA, 27 Jun. (EUROPA PRESS) –
El Parque Metropolitano del Agua Luis Buñuel de Zaragoza es unos de los tres finalistas que optan a los Premios FAD 2009 (Fomento de la Arquitectura y el Diseño) que concede Arquinfad, la asociación interdisciplinaria de diseño del espacio del FAD y supone uno de los galardones más importantes de España sobre arquitectura ibérica.
En concreto, el Parque Metropolitano es uno de los tres finalista finalistas en la categoría de espacios exteriores («Ciudad y paisaje») y la final se decidirá el próximo mes de octubre, cuando también se entregarán los premios en la antigua fábrica Frabra i Coats del barrio de Sant Andreu en Barcelona.
De las 27 obras finalistas que aspiran a los Premios FAD, 14 compiten en la categoría de Arquitectura, otras 6 en la de Interiorismo, tres más en la de Ciudad y Paisaje y las otras 4 en la de Intervenciones Efímeras.
A esta 51 edición se ha presentado 522 obras (262 proceden de Cataluña, 235 del resto de España y 25 de Portugal) lo que supone una de las convocatorias con mayor grado de participación.
Será en otoño cuando se emitirá el fallo por el jurado formado por el arquitecto Arcadi Pla i Masmiquel, junto a los también arquitectos Jordi Badía, Xavier Bustos, Daniela Colafranceschi, Paulo David y Arturo Franco, además del interiorista Ignasi Bonjoch y la arquitecta técnica, Mercé Martín.
Estos premios se han consolidado en el conjunto de España como prueba la tendencia del incremento constante de los últimos años de la participación de obras procedentes del conjunto de la geografía nacional. Así, el 50% de las obras proceden de Cataluña, mientras que el 45,01% del resto de España y un 4,79% de Portugal.
EL MEJOR GESTIONADO
Por otro lado, el Parque del Agua es considerado como el mejor de España por su gestión, como así lo acredita el certificado RP B16.01 de AENOR, que obtuvo poco antes de que finalizara la Expo 2008 el pasado mes de septiembre.
Este certificado supone que el Parque del Agua «Luis Buñuel» está acreditado como el mejor parque de España por la gestión de sus instalaciones, equipamientos y mantenimiento después de que se adaptara a los requisitos de la norma RP B16.01 de AENOR.
Esta norma divide sus criterios de certificación en varios ámbitos: la gestión del parque, la gestión del agua y el mantenimiento de las infraestructuras.
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Londres/Valencia, 24 jun (EFE).- El arquitecto e ingeniero valenciano Santiago Calatrava fue hoy investido doctor «honoris causa» por la Universidad de Oxford en reconocimiento a sus méritos en el campo de la arquitectura, informó la reputada institución académica.
En una ceremonia celebrada hoy, el rector de la universidad, Chris Patten, concedió a Calatrava el grado honorífico de Doctor de las Letras y describió al valenciano como un «arquitecto superlativo en cuyos trabajos se conjugan funcionalidad y belleza».
«Un arquitecto no sólo necesita proyectos y fondos para desarrollarlos, sino que tiene que luchar con el volumen y la resistencia de masas de pesado material», dijo el rector.
Patten destacó también que Calatrava «ha recibido encargos de numerosas partes del mundo y parece desafiar la ley de la gravedad; tal es la habilidad con la que diseña sus trabajos que el hormigón parece moldearse como la cera o fluir como el agua».
Con este nuevo reconocimiento, Santiago Calatrava, de 57 años y ataviado hoy con una toga roja y gris en la ceremonia, acumula ya diecisiete doctorados «honoris causa». EFE
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La propuesta del arquitecto busca la recuperación de una amplia zona del entorno del Ayuntamiento
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- Autor: Juanma Fuentes Fecha de publicación: // 19/6/2009
En medio de una notable expectación, el arquitecto Rafael Moneo presentó ayer en el Concello vigués su propuesta para la reordenación del entorno de la plaza del Ayuntamiento, un proyecto que le fue encargado hace un año por el alcalde Abel Caballero. El premio Pritzker de arquitectura, el equivalente al Nobel, propone lisa y llanamente su derribo para configurar una nueva plaza.
Para ello plantea elevarla seis metros sobre su nivel actual a fin de conectarla peatonalmente con la base del monte de O Castro. El resto de la propuesta consiste en construir un nuevo edificio en un plano horizontal para eliminar la afección a las vistas que supone la actual torre municipal.
Bajo la plaza, Moneo plantea la construcción de un gran aparcamiento subterráneo y la instalación de unas escaleras mecánicas cubiertas para facilitar el acceso desde el Casco Vello. El proyecto aborda igualmente la conservación de una gran parte de la vieja factoría de la Panificadora, situada en los alrededores.
El alcalde vigués y su gobierno iniciarán de inmediato las gestiones para que el proyecto pueda hacerse realidad «siempre que cuente con el respaldo de la ciudad», precisó.
Sin embargo, el líder de la oposición, Jose Manuel Figueroa, que no fue invitado al acto, lo calificó de «faraónico y megafantasioso». El dirigente del PP criticó la presencia en el acto del director general de Caixanova, José Luis Pego, advirtiéndole contra la tentación de apoyar económicamente esta iniciativa.